miércoles, 27 de enero de 2016

7 poemas de juventud por José Ramón Carballo.




359 - Mundo

Y qué haré yo ahora con mi vida?
Vivirla sin entenderla?
No comprendo ya nada
Se me perdió su significado
Y ahora qué?
Dónde se fue aquella certeza
Que sólo vivir pedía?
Desaparecida está
Ahora lo comprendo
No había nada
Nunca hubo nada fuera de mí
Sólo dentro de mí estaba el mundo
Girando en mi conciencia inmaculada
Que hoy manchada lo ha detenido
Un mundo estático ya
Como un pasado congelado
Que nadie volverá a hacer girar
Un planeta que gravita
Perdido por un cielo sin final
Vagabundo eterno


360 – Déjame herido

Déjame herido!
Déjame herido en tu vientre medio deshojado
Déjame herido!
Déjame herido en la palma de tu mano
Y déjame soñar
Déjame soñar que no hay un resquicio de sosiego para el alma
… déjame solo
Déjame solo en este erial en que me encuentro
Donde no me queda nada por abandonar

361 – Tan cerca de ti

Tan cerca de ti guardo yo mi sueño
En la nave cerrada de la noche
Ajena al batir de las alas te asomas
A la atalaya que mira hacia la montaña
Descansa tan cerca tu rostro del mío
Que con apenas alargar mi mano podría tocarte
Y tu verticalidad contra el horizonte azul
Hace ajenas las penas de mi sueño
Tan cerca de ti duermen mudos todos mis deseos
En la nave cerrada de la noche

362 – Cinestudio Griffith

Al salir de la sala de cine
Templo maravilloso
Su cabeza se daba golpes con las estrellas
Y la luna se le ofreció por almohada
Siguió mirando hacia abajo
Vio la orilla
Y a las espadañas recolectando el néctar del río
La luna blanca como la cara del cine
Se reflejaba en el río
Intermitentemente chocaba en la lenta corriente

363 – Hay una hora del día

Hay una hora del día en que no sé pensar en ti
Y esa hora es el pecado
Por más que lo intento fracaso
En la hora de la luz total
Cuando pierdo en mí tu recuerdo
Sólo veo entonces las cosas
El reloj
La carretera
Y yo sólo en tu espejo encuentro
Todo lo que siempre permanece

364 – Mi cráneo

Mi cráneo
Estructura de hierro y acero
Las mandíbulas
Dos hoces que bambolean cerrando el cofre descomunal
Pómulos
Esperan en calma la lucha
Dentro arquea su torso un niño
Empuja el mentón gris
Engulle, desafía
Una medialuna muy negra cierra el rostro
Es de piedra
Soy su estatua

365 – Nada deja herida

Nada deja herida
Sólo huellas
Pasa ligera
Rozamos su superficie herrumbrosa
Sentimos el paso cadencioso y neutro
El péndulo del tic-tac del mundo
Pone tibia toda la rotación de tu ser
Sobre las ideas
Que vuelan
Y detienen su bajel en aquél que no espera
Razonan

7 poemas de juventud
José Ramón Carballo

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