martes, 10 de mayo de 2016

8 - LA ROMÁNTICA LUNA (poemas 71 al final).




327 - El desierto

Es el tiempo puro que me está esperando
La muerte que me agita
El silencio
El sol agigantado, gigante inmenso
El calor que me sofoca
La noche que no llega
¿En dónde encontraré ya nunca tu mirada?
Desde qué cielo bajará tu sonrisa hacia mí
Y el canto de tu voz que llenaba de sonidos el espacio de mi dicha
¿Cuándo acabará esta desventura?
La vida sin ti ya siempre
Ese desierto lleno de luz inacabable
Insoportable luz
Que ya no te ilumina


328 - La luz de la tarde y tú

Era eterna la tarde, ¿sabes?
Eterna en su luz
Que iluminaba en todas sus esquinas tu recuerdo
En todas las esquinas, las fachadas
En todas las aceras
En el éter, en mí
La luz de la tarde era tu luz
Poco más apenas
Que esa luz que te iluminaba
Cuando estabas a mi lado


329 - Despertar

Creí que venía al paraíso pero me equivocaba
Me engañaba
Anoche soñé con la luz, con la vida, con el amor
Alguien me sonreía, me quería
Alguien me miraba, me besaba, me susurraba bellas palabras
Pero aquello sólo era un sueño
Luego desperté y nada era igual
La vida había pasado
Se había marchado de mí
Yo ya no era joven
Estaba solo, no tenía amor
Nadie me amaba, a nadie amaba
Las personas queridas, mis padres, se habían marchado ya
Pero anoche soñé con la luz, con la vida, con el amor
Y pasaba por delante de mí todo sin yo poder atraparlo
Se iba lejos de mí la luz, el mundo, el planeta
Todo se iba alejando como en un tránsito 
Que no tenía fin pero que para mí se acababa
Y desperté aún sin haber querido despertar ya nunca
Anoche soñé que era libre, feliz, eterno


330 - Poema para Pipi

Siempre dije que no eras un gato
Que eras una persona
Bueno, ya quisieran las personas ser como tú
Eras como deberían ser las personas
Te apoyaste sobre mí con el peso leve de tu cabeza
Rozándome apenas como si solo el alma sobre mí apoyaras
Me elegiste, me quisiste, sabías que te necesitaba
Mejor que yo lo sabías que no lo sabía aún
Pero me fui dando cuenta pronto
Testigo de mis desvelos, mis afanes, mis luchas, mis sinsabores, mis titubeos
Testigo fuiste de mí con tu mirada atenta
Y la suave caricia de tu cabeza tierna apoyada apenas
Rozando apenas mi alma con tu fuerza
Recuerdo tus suaves caricias sobre mi cara con tu lengua
Tus cabezazos de cariño contra mi cabeza, tus pequeños mordiscos en mi barbilla
Mostrando apenas todo tu inmenso amor
Recuerdo tus maullidos, gato, la casa está tan silenciosa sin ti
Esos maullidos que no me dejaban dormir entonces
Y sin los cuales ahora no duermo ya
Recuerdo, te recuerdo, compañero de fatigas
Ayudándome con tu presencia en la aventura de la vida, de esta vida
Siendo mi puerto seguro, mi mirada firme, mi esperanza en el mañana, hoy desvanecida
Recuerdo sobre todo el tacto de tu dulce cabecita buscando la caricia de mi mano siempre
Te recuerdo gato


331 - Mírate a ti misma luna

Mírate a ti misma perdida en el amanecer huir del sol.
Mírate perdiendo tu reflejo de plata, tu fulgor de nieve, tu halo de hermosura.
Mírate acabar perdida por entre un cielo que deslumbra luz dorada.
Un cielo que no es ya tu cielo de plata azul.
Que no tiene tu recogimiento, tu romanticismo, tu espiritualidad.
Mírate luna un día más cómo el sol te echa del firmamento.
Cómo los hombres dejamos de verte.
Cómo tus sombras, tus penumbras, tus misterios, desparecen tras de ti.
Y mira como queda todo expuesto a la cruda luz del día, a la cruda luz del sol que no engaña, donde nada puede esconderse y todo es verdad.
Mírate perder el territorio de tus incertidumbres, tus dudas, tus desasosiegos, el territorio de tu amor.
Mírate claudicar cada mañana y abandonarnos si decir palabra, sin ninguna explicación.
Como si tu fracaso fuera nuestro fracaso, como si tu huida fuera nuestra perdición.
¿Regresarás luna?
Te pregunto.
Y no me respondes nunca.
Es triste quererte tanto y no tener nunca respuesta de ti, ¿sabes?
¿Lo has pensado?
Porque yo te quiero luna, ya lo sabes, pero por si no lo recuerdas te lo repito.
Te quiero y espero siempre cada día al atardecer que llegues junto a mí.
Para curarme las heridas y sentir tu tacto puro sobre mi alma herida.
Tu tacto que todo lo cura, que todas las heridas cicatriza.
Tu tacto.
Ese bálsamo de amor.


332 - Poema a un edificio

Este edificio es esencial para mí
Entro en él y respiro su perfume
El perfume de sus colores, de su luz
De sus perspectivas, de sus proporciones
De sus cielos abovedados
Del cielo azul colándose por sus galerías
De los árboles de sus jardines, del agua de sus fuentes
Entro en él y respiro su esencia de ser vivo, de alma, de espíritu
Respiro sus pensamientos, su dudas, sus alegrías y tristezas
Respiro su amor, su desamor,
Respiro el aroma que ha ido dejando el tiempo al pasar por él
Y me sorprendo al verle como si me encontrara un fantasma
Y cada vez que le vuelvo a ver me siento feliz
Como quién se reencuentra con un antiguo amor
Que no ve hace mucho tiempo y del que sigue enamorado
Estoy enamorado de este edificio
Habito en él como Jonás en el estómago de la ballena
Sin saber si algún día lograré salir de él


333 -
Ensoñaciones

Letras, sílabas, palabras
Ensoñaciones
Líneas, párrafos, páginas
Ensoñaciones
Pensamientos, sentimientos, emociones
Ensoñaciones
Mentiras, verdades, historias
Ensoñaciones
Perderme, encontrarte, comprenderme
Ensoñaciones
Comprenderte, perdonarte, olvidarte
Ensoñaciones
Reencontrarte, amarte, odiarte
Ensoñaciones
Caminos, paisajes, continentes
Ensoñaciones
Auroras, ocasos, solsticios
Ensoñaciones
Perseguirte, encontrarte, besarte
Ensoñaciones
Soñar, despertar, añorar
Ensoñaciones
Viajar, navegar, volar
Ensoñaciones
Pasado, presente, futuro
Ensoñaciones
Perderte, perderte, perderte
Ensoñaciones
Llegar, encontrarme, marcharme
Ensoñaciones


334 - Vuelvo a casa al atardecer

Regreso hasta mi casa y dejo atrás la ciudad, sus onduladas lomas llenas de edificios, sus calles llenas de tráfico lento, sus luces de neón, sus escaparates, sus antenas, sus guardias de la circulación, sus mendigos.
Regreso digo, peregrino de un mundo cada día diferente, cambiante, del mundo opresivo de la prisa, la exigencia, la competitividad.
Regreso a mi casa que es como una pequeña jaula que cuelga del cielo, llena de libros, de cuadros, de fotos, de recuerdos, restos de una vida, cúmulo de sentimientos, emociones, de pasado, igual que yo, la casa, ese caparazón que nos contiene como si fuéramos un caracol, la casa, que es como un envoltorio del alma, que la protege, la cuida, la preserva del mundo, del mal, del dolor.
Regreso a casa al atardecer paseando lentamente por entre las arboledas, subo a mi torre, cénit de mi vida, y contemplo caer la noche desde mi atalaya que enfrenta la ciudad y la conquista con la mirada.
La ciudad a lo lejos va encendiendo sus luces una a una, como un minueto lento, imprevisible, fugaz, tiembla en la lejanía toda una letanía de diminutas estrellas que refulgen en Madrid, que es como un cielo inverso, como un cielo reflejo del cielo.
Y a lo lejos, cerrando el escenario, como si del entarimado de un teatro se tratara, se ven las montañas, lejanas y solitarias, azules en el atardecer, mudas y olvidadas. Yo las contemplo con mi mirada, gigantes que pueblan la noche, que vigilan con celo de monstruo la ciudad que comienza a dormir.
Y luego todo se apaga, más tarde la ciudad desaparece, se va, y quedo yo en mi jaula, suspendido del cielo, como un astronauta perdido en cualquier galaxia, hasta que venga el amanecer a rescatarme, y comience un día más a iluminar la ciudad con su manto de suave luz, tenue despertar entre el rocío, la escarcha, el frío que viene de las lejanas cumbres, que vigilantes también despiertan.
Y entonces el canto de un pájaro, de un sólo pájaro, siempre el mismo cada mañana, viene a despertarme.
La ciudad, sí, la ciudad, siempre con todos sus caminos abiertos, con todo su amor, con todo su tiempo esperándome allá abajo, llamándome siempre aunque yo no quiera ir.


335 - La misa del sábado por la tarde en mi pueblo

Es el principal acto social de la semana en mi pueblo, todo un acontecimiento, a las seis en invierno y a las ocho en verano, misa del sábado por la tarde.
Los parroquianos, nunca mejor dicho, se endomingan, o mejor, se ensabadizan, es decir, se ponen sus mejores galas, hacen tertulia en el atrio de la Iglesia, comentan las novedades de la semana, hacen planes para la próxima, la luz del sol empieza a apagarse apenas y el pueblo va recogiéndose en una quietud en la que sólo se oye el dulce sonido de la letanía tierna de un búho, tal vez siempre el mismo búho, o tal vez sean varios, no lo sé, va cayendo la letanía del búho a la par que va oscureciéndose el cielo, refresca, el aire comienza a enfriarse como presagio del frío nocturno, y las estrellas y la luna comienzan a salir al cielo como para dar las buenas noches.
El sol, en el cofín de la loma de la montaña se va, esconde su globo de oro y tiembla su última luz en el aire de la tarde convirtiéndolo en un éter entre azul y rosa.
Momento mágico, los parroquianos entran en la Iglesia y todo queda en silencio, se oye la voz del párroco dando la misa, las respuestas de los feligreses a coro, los salmos, las canciones, el órgano suena y todo el valle se llena de su música, el humo que sale de las chimeneas parece ascender al son de los acordes del órgano.
Recogimiento invernal, noche de invierno en mi pueblo, olor a leña, a tarde de cartas en el casino, a pan tierno recién hecho en la tahona, a noche en la que canta el río su canción alegre entre los membrillos, entre la hierbabuena y la albahaca, entre los jazmines y las margaritas.
Y el pueblo escucha con gesto de satisfecha complicidad cómo los feligreses rezan, cada sábado, las mismas oraciones, entonando a Dios su canto de agradecimiento y alabanza, el pueblo los abraza en su seno y los quiere.
Gracias Señor, un sábado más, la iglesia está encendida...


336 - Oda a Narciso

Oh bello Narciso, en tu reflejo contemplo mi reflejo
En tus labios siento el beso de los míos
Y en tu mirada de amor me contemplo enamorado
Narciso enamorado al fin de mí mismo
Le complace a mi mirada tu mirada
Eres tú mi espejo que eterno busca su reflejo
Entre las últimas brumas del jardín
Más allá de ti, más allá de mí
Surge tu bella imagen por entre las aguas reflejada
Perdido Narciso, olvidado, ignoto
Te encuentro en el fondo en mis sueños al anochecer
Cuando tu reflejo se desvanece en las tinieblas
Y surge renacida tu alma en mi alma
Fundidas en un juego de espejos infinito
Detrás del cual estamos escondidos 
Fugitivos del mundo
Náufragos de la belleza
Tú y yo 


337- ¿Amarte?

Bueno, yo necesito amarte, casi nada, amarte, así dicho impresiona, pero lo necesito, te necesito, no sé si lo notas, trato de disimularlo, me hace sentir débil necesitar amarte, y sobre todo y por encima de todo, necesitar que me quieras, que me abraces, me comprendas, me escuches, sentirte a mi lado al anochecer y por las noches durmiendo junto a mí y poder abrazarte tiernamente mientras duermes, para así poder asomarme al oleaje de tu sueño, a la pleamar de tu ternura, al cielo radiante de estrellas de tu amor.
Me cuesta decírtelo, me da miedo que te asuste tanta necesidad mía de amarte y que me dejes, y quedarme solo una vez más, perdido en este mundo tan áspero, tan árido, tan inhóspito, volver al frío mundo después de haber estado junto a ti es tarea que se me imagina imposible.
Necesito amarte incluso por encima de que me ames, si tuviera que elegir sólo una de las dos cosas preferiría amarte sin duda, porque que me amen sin yo amar no tiene sentido, pero si amo aunque no me amen al menos juego con mi imaginación y me invento que me amas, y tal vez me ames de verdad o no, pero da igual, lo que quiero es poder conjugar contigo el verbo amar cada noche, recitar la tabla de multiplicar de nuestro amor compartido juntos, pero si fuera que sólo yo te amara te la recitaría a ti igualmente, sólo para que tú la oyeras noche tras noche.
Y cada noche de igual manera te pondría en bandeja mi corazón para que hicieras con él lo que quisieras, otras veces antes lo he hecho y tantas veces lo han lastimado...
Necesito amarte, me lo digo para no tener que decírtelo porque me siento como un colegial tímido con tanto amor en el corazón sin saber muy bien dónde ponerlo, en quién confiarlo, dónde llevarlo, te tocó a ti por ahora o tal vez por siempre, según tú prefieras, porque mi necesidad de amarte es ahora para siempre, ya lo sabes.
Pero no te asustes, no estoy loco, simplemente te amo.
Y recuerda que necesito amarte, no sé si al final te lo dije o no, no sé si me supe explicar y si quedó claro o no...


338 - Está nevando sobre Madrid

La nieve, la romántica nieve
Se arremolina en torno a mí
Como en un ballet de livianas mariposas
Que aletean delicadamente
Suspendidas en el frío éter de la mañana de invierno
Intento atrapar los copos
Que se me escapan como flotantes nubes de algodón
Perecederos desaparecen al poco de tocar el suelo
Y siguen cayendo sobre mí, sobre el mundo, sobre todas las cosas
Incesantes
¿Estarán cayendo allá lejanos sobre tu recuerdo?
Esta lluvia de copos me envuelve el alma
Como un punteo de suaves notas musicales
Que vuelan entre el gris del cielo
Y mientras van componiendo la melodía de esta mañana de invierno
Que mi alma, atenta enamorada
Escucha en silencio


339 - Poema de la reina de Saba 

¿Dónde estarás tú que nunca te encuentro?
¿Dónde tu sonrisa?
Tu mirada
Tu calma
¿Dónde está tu palabra?
¿En qué rincón del mundo te escondes?
Algún malentendido de estrellas
Algún equívoco de lunas
Algo hubo que nos separa
Y hace que no podamos nunca encontrarnos
Perdidos el uno del otro
Por entre las esquinas del mundo
En los umbrales del sueño
Sobre las nubes de plata
Caídos del cielo
Perpetuos
En la dulce desdicha 
De este extraño destierro

La romántica luna (poemas 71 al final)
José Ramón Carballo

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