viernes, 11 de mayo de 2012

El poder de las imágenes.


Cada día soy más sensible al poder de las imágenes, no sé si será cosa de la edad o de los medios de comunicación que son cada día más truculentos, seguramente será una combinación de ambos factores, mi sensibilidad y los medios, que combinan mal.
Decidí, cuando se implantó la TDT, no comprarme el decodificador, y no ver más la televisión, fue una decisión providencial, que difícilmente puede llevarse a cabo salvo que se viva solo.
Digo que fue providencial porque he limitado la visión de imágenes perturbadoras de manera radical, dado que la principal fuente de este tipo de imágenes es la televisión.
El poder de una imagen no podrá ser nunca comparable al poder de la palabra, bien sea ésta escrita o hablada, la imagen cala en nuestro subconsciente dejando una impronta indeleble, la imagen nos subyuga con su poder a un nivel que no podemos controlar, porque la palabra pasa por nuestra razón, se mueve siempre en el terreno de lo consciente y la consciencia es lo que más fácilmente, para bien o para mal, controla el hombre, pero la imagen se nos escapa del poder de la razón, nos fascina y subyuga a nivel inconsciente, lo cual es más peligroso.
Pensemos en la cantidad de imágenes que durante el día nos parecieron intranscendentes, o ni siquiera reparamos en ellas, y que sin embargo en los sueños reaparecen convirtiéndose en protagonistas y teniendo un poder enorme en el reino del subconsciente, generándonos a partir de ahí todo tipo de malestares.
La televisión, y todo el mundo de la imagen en los medios, se caracterizan por la brutalidad, buscan siempre removernos, impactarnos, escandalizarnos, sorprendernos, conmocionarnos.
Y todo eso me resulta bastante desagradable.
Pretendo llevar dentro de lo posible una vida decidida por mí, ser dueño de lo que veo, elegir qué imágenes prefiero contemplar, igual que no me iría a veranear al infierno, no quiero tampoco contemplar el infierno a diario, y de manera impuesta además, quiera o no.
Mi bienestar depende del entorno visual en el que me mueva, a todos nos gusta que el entorno físico de nuestra existencia sea algo bonito, sin embargo descuidamos el entorno visual que percibimos día tras día, y ello va generando en nosotros un determinado estado de ánimo negativo.
La conciencia debemos mantenerla limpia de impurezas, sólo así tendremos nuestros propios pensamientos y nuestra vida avanzará más fácilmente por donde nosotros queramos o pretendamos, y no necesariamente, por donde quieran los medios.
No somos, pienso, en general, lo suficientemente críticos con las imágenes en el día a día, cuestionamos, criticamos, opinamos, disentimos, sobre los discursos verbales, escritos y hablados, pero no hacemos lo mismo sobre los discursos visuales.
Pongo por ejemplo la foto del rey empuñando un fusil con un elefante muerto detrás, os pregunto:
¿Pensáis que si sólo os lo hubieran contado habría tenido el mismo efecto sobre vosotros?
¿Y hubiera tenido el mismo efecto sobre la opinión pública en general?
Ahora pensar en el malestar que ha podido generaros esta imagen a nivel individual , seguramente no sólo por la crueldad de la visión del pobre animal cruelmente asesinado, sino además porque delante de él está la imagen del rey.

el paseante

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