lunes, 3 de diciembre de 2018

Mis veraneos en Ibiza (3). IBIZA CHILL OUT.







Ibiza era el verano, el buen tiempo, un lugar donde todo tiene lugar a la intemperie, bajo la luz cegadora del sol, en la playa, básicamente eso era Ibiza, resultaba tentador para alguien de Madrid, sin duda, simple y por eso mismo tentador, la riqueza allí era lo natural, mar, cielo, playa, pinos, brisa, puestas de sol, la luna reflejada sobre el mar describiendo su increíble óvalo como remarcando su paso junto a mí para acariciarme delicadamente, como pasándome un dedo sobre el alma, y yo sin poder separar los ojos de ella, todo lejos de cualquier contingencia, lejos de mi vida, de mi gente, de mis ambiciones, problemas, cosas, minimalismo existencial, desapego, libertad, vivir el momento, aunque no durase por siempre pensar que va a durar por siempre, creerlo eterno…, la felicidad, el paraíso, la calma, el bienestar embriagador y un tanto paralizante, hedonista, por fin el placer como una parte de uno mismo, recuperado, el placer del sol calentando la piel, reverberando en ti anónimamente, despersonalizado entre tanta armonía, tanta belleza, tanta felicidad, uno más sin más, como la vuelta al limbo, al paraíso perdido, al jardín de las delicias.
 


La vida es una búsqueda de estímulos sensoriales, vivimos a través de los sentidos, los sentidos nos hacen ir detrás de la vida, perseguirla, no somos más que buscavidas, Ibiza está llena de buscavidas, yo no era un buscavidas hasta que llegué a Ibiza, allí se disparan los sentidos, se exacerban, excitan, resucitan, allí resucitas a lo primario entendido como bienestar que no lujo, sino confort con el medio, adaptación, en una suerte de armonía que te da bienestar, tranquilidad, plenitud. Creo que esto supuso para mi Ibiza, sin ella hubiera seguido por la vida medio dormido, ella me despertó, o mejor dicho, me hizo recuperar, un bienestar que había perdido desde mi niñez, me congració con la vida, con la naturaleza y, cómo no, conmigo mismo. La mejor terapia, el mejor spa, el más eficaz crecimiento personal, Ibiza coach, podríamos decir sin equivocarnos.
Pero cómo será Ibiza ahora?, me pregunto, hace 10 años que no voy, me daría miedo volver, enfrentarme al recuerdo del que fui y ya no soy, o tal vez enfrentarme con aquel recuerdo y comprobar que soy el mismo, no lo sé, tal vez ni Ibiza ni yo seamos ya los mismos, tal vez hayamos perdido nuestra inocencia, aquella inocencia, aquella simplicidad, aquella candidez, esa adolescencia del alma, que nos hizo conectar tan bien, era como mirarme en un espejo, pero ahora que ha pasado el tiempo me sentiría ante Ibiza como Dorian Gray ante el espejo tal vez, o yo soy un monstruo o Ibiza ya no es la misma, una de dos, eso me temo, complicado reencuentro, ya veremos.

El paseante.


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