"Yo no hablo de venganzas ni perdones . El olvido es la única venganza y el único perdón".
Pues estupenda la frase, me gustó, la leí en el periódico este domingo, me encantó, no sé si será de Borges realmente, se le atribuyen tantas frases y hasta poesías que no son suyas, hay como un estilo Borges muy fácilmente imitable, pero hay que reconocer que esta frase, la pronunciara o no, es magnífica.
Me la voy a aplicar.
Pero de todas formas habrá que analizar un poco lo que el gran maestro quiso decir...
Borges tiene, en mi opinión, algo de profeta, de hombre santo, de visionario, de gurú, parece un sabio que sólo se mueve en el reino de los pensamientos, las ideas, las emociones, los sentimientos, los ideales, los valores, las creencias, el conocimiento, la observación, la reflexión, el consejo, el sosiego, la mesura, el equilibrio, la meditación, el amor.
Es mi idea sobre él, tal vez a ello ayude que fuera ciego, un escritor ciego, volcado en su mundo interior, en sus recuerdos, de espaldas a la vida, un hombre de pensamiento, de espaldas a la acción, al afán, la lucha, de espaldas a los demás, de espaldas al mundo.
Un hombre enfrentado a su mundo propio, un intelectual, un artista, un sabio, un visionario.
Su imagen entronca con el Lazarillo de Tormes, un ciego que es guiado por alguien, pero con menos malas pulgas que aquél.
Borges contemplaba el mundo desde su oscuridad en el recuerdo del mundo que vio cuando aún veía, de las lecturas de su juventud, de las experiencias de su infancia, de su mundo perdido, añorado, soñado, reinventado.
Borges es el visionario de las ideas, su luz es su pensamiento que se proyecta sobre sus ideas, su sol interior es su inteligencia, la más poderosa arma del hombre para enfrentarse al mundo y asimilarlo.
A Borges no le distraía el sentido de la vista de la esencia de la vida, no le sacaba de su pensamiento, que puro, radiante, estremecedor, brillaba siempre en su interior.
Borges es un abismo lleno de luz.
Y en este contexto hay que entender esta frase, la pronunciara o no, porque Borges es por encima de todo un estilo de ser, y la frase encaja perfectamente en ese estilo propio.
El olvido..., reflexiono sobre el olvido, me pregunto si soy capaz de olvidar, creo que no, soy incapaz de olvidar ciertas cosas que han quedado grabadas a fuego en mí ya para siempre, que han dejado en mí una huella indeleble, por tanto me pregunto si no perdono, si sólo me queda espacio para la venganza.
Difícil cuestión, vengarse es un instinto, si se analiza desde la razón se sabe que la venganza no aprovecha a nadie, más bien genera un mal añadido al que ya se ha perpetrado. Pero al ser algo instintivo en ocasiones difícilmente se puede evitar.
Más que venganza se trata entonces de revancha, tal vez venganza sea algo menos inmediato, menos pasional o instintivo, algo más planeado, reflexivo, frío, demorado en el tiempo tal vez...
¿Pero a quién le apetece vengarse cuando el asunto se ha enfriado? Es más difícil motivarse entonces, da pereza volver a desenterrar aquel sentimiento ya enfriado para poner en acción la venganza.
¿Y el perdón?
Difícil pero necesario, el perdón no es más que el entendimiento de que el otro es nosotros mismos, nuestro reflejo, igual que nosotros somos el suyo, todos somos todos en la rueda de la vida, todos actuamos de forma que puede mover a la venganza o al perdón, nos equivocamos sin ser conscientes de ello, actuando de una determinada manera que malinterpretada por el otro moverá al perdón o a la venganza.
Sólo desde el entendimiento de que el otro es uno mismo el perdón será posible.
Sólo desde el entendimiento de que el otro es uno mismo la venganza será imposible.
Pero el olvido es imposible siempre.
el paseante
No hay comentarios:
Publicar un comentario