jueves, 4 de junio de 2020

Covid 19, reflexiones de un confinado.




Caramba, no sabe uno ni qué decir, se queda uno mudo ante tal catástrofe, por la impotencia y por la extensión, también por su rapidez imparable, es como un tsunami a nivel mundial, algo nunca visto antes al menos en los tiempos recientes.

Las medidas para paliar el contagio han sido muy draconianas, el confinamiento impuesto es muy duro y más pensando en el riesgo del contagio y sus consecuencias con una sanidad desbordada, es horrible no poder salir de casa y horrible salir en semejantes circunstancias, acaba uno neurótico, sobre todo en los momentos peores cuando era difícil vislumbrar una salida.

Mil muertos al día y las escenas en la tele, terribles, especialmente en ciudades como Madrid que por su hacinamiento de personas se convirtieron en una verdadera ratonera.

Cada uno lo sobrelleva como puede, según sus circunstancias de vida, pero la sensación de total fragilidad, desprotección y fugacidad de la vida es algo que cala muy hondo, deja marcado.

Desde arriba el Gobierno y las Administraciones tratando de afrontar la situación como podían, con escasez de medios personales, hospitalarios, de suministros, una locura.

Creo que ha sido un espectáculo bochornoso la desunión de la clase política y el tratar de sacar rédito de la situación tan grave, al final queriendo cuestionar al gobierno y las administraciones no han hecho sino reforzarlos, uno piensa si otros lo hubieran hecho mejor pero las circunstancias mandaban, imperaban, creo que, en situaciones tan imposibles, tan sin salida, tan frenéticas, hay que aceptar la realidad y dejar de ejercer una oposición destructiva.

Otro tema es la fobia que uno desarrolla frente a las autoridades por sus decisiones limitativas de la libertad, pese a analizar su necesariedad uno está muy incómodo, lo pasa muy mal, la cabeza te da la vuelta, internamente se revela como si fuera un niño que no entra en razón cuando se le manda hacer algo que no quiere por su bien.

Quejarse, lamentarse, no sirve de nada ante esto, ni como ciudadano ni como político, hay que afrontar la situación con dolor y ser consciente de que los imposibles son irrealizables y no se pueden extrapolar exigencias ya consolidadas socialmente cuando todo se pone boca abajo y nada puede funcionar de igual manera, porque no hay medios suficientes ni previsiones al respecto.

Cada prórroga del estado de alarma ha sido como un mazazo en la población a la que se ha privado de libertad, de empleo, de estar con los familiares, amigos, de vivir, pero eran necesarias, ante esto cómo pueden los partidos políticos mercadear con el sentido de sus votos y, sobre todo, oponerse, qué hubiera sucedido si no hubiera seguido limitada la libertad de movimientos, no quiero ni pensarlo. Por triste que resulte reconocerlo.

El paseante

1 comentario:

  1. Impecable reflexión. Aquí en el tercer mundo, o país emergente, hemos sido víctimas de la incompetencia e ignorancia de los que pagamos para ser competentes y saber de lo que hablan. Hay que sumar a la gentuza de la OMS, que viviendo como reyes y pagados para ayudar al MUNDO, nos ha sorprendido todos los días con consejos diferentes sobre el mismo atributo de la enfermedad. Incoherencia con nombre de "ciencia". En eso coincido con Trump: dejar la OMS y que cada país se la juegue solo, con su pueblo, su cultura, sus recursos. Lo de la globalización ... quedó demostrado que ni en el Espacio.

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