martes, 28 de abril de 2020

Puff, risto mejide opinando sobre las residencias de mayores.




Puff, risto mejide opinando sobre las residencias de mayores, alucino, durante dos años trabajé con residencias de ancianos, centros de mayores y centros de discapacitados, cuando llegué me quedé aterrado, simplemente era un puro ignorante, no sabía a qué me enfrentaba, me llamaban de madrugada los directores de residencia anunciándome que un mayor se había suicidado, que un discapacitado se había fugado, que había una intoxicación alimenticia en un centro, que un sindicato había ido a un periódico a denunciarnos por cualquier tontería, que la oposición hacía una pregunta parlamentaria, durante dos años me sentí sin vida propia, iba a comer con mis padres los fines de semana y dejaba el móvil en silencio boca abajo sobre el mantel, a la salida, de camino al autobús, miraba el móvil, solía tener más de 20 llamadas perdidas como media, mi jefe me llamaba haciendo la compra en Carrefour a las 9, o a las 12 de la noche ya durmiendo, sentado en el wáter, sentado en el teatro un sábado por la noche, daba igual, no tenía vida, no dormía, no vivía, no era yo.
Yo viví lo que son los servicios sociales, es algo muy complejo, si uno no profundiza en el tema y lo vive, no debe opinar, porque manipularía de manera frívola y demagógica la realidad. Es un tema complejísimo, desbordante, en el cual muchos trabajadores se dejan la piel diariamente, no hay que hablar por hablar desde la ignorancia para no ser terriblemente injusto con miles de profesionales y alarmar a las familias injustificadamente.
La Administración y sus profesionales tienen rigurosísimos controles sobre la actividad de estos centros, lo viví, me consta, lo acredito, hay un componente vocacional en su profesionalidad 100%, una empatía absoluta, insisto, lo viví, lo acredito, me sentí pequeño frente a ese servicio esencial que prestan, me sentí nada, no opines sobre lo que no sabes porque haces daño y generas un terrible malestar injusto, no hables por hablar, documéntate.

El paseante

(p.d.- no quiero comparar a nadie con la lagartija que vive en mi casa de pueblo de la Alcarria (la de la foto), adoro a esa lagatija, es de mi familia, perdona lagartija, si alguien es pequeño como tú e insisnificante, soy yo, como me sentí en mis dos años en servicios sociales, pequeño ante la grandeza y generosidad de sus profesionales, sus usuarios y sus familias).

1 comentario:

  1. ¿Ese individuo era el de operación triunfo? Buen ambiente para la opinión sincera, jeje. Lamentablemente nuestros viejitos están expuestos a enfermarse en esta pandemia por la edad que tienen sus órganos. No sé en España, no opinaré sin saber. Aquí los servicios sociales sobresalen a veces por algunas personas que trabajan, pero como sistema, estructura, prestaciones, son deficitarios. Soy testigo que la vida del paseante no fue de él mientras trabajó para ese rubro.

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