miércoles, 4 de abril de 2018

Reflexiones.





Pocas personas me ven como soy en realidad, y yo creo saber cómo soy, a veces alguna me ve tal cual, no es tampoco cuestión de que me conozcan más o menos, hay quién me conoce desde hace mucho y noto que sigue teniendo una visión distorsionada de mí, siempre la misma, y hay quién apenas me conoce y sin embargo noto que me ve tal cual, será cuestión de afinidad tal vez, en general nos proyectamos sobre los demás, si das con alguien afín está claro que al proyectarse vas a notar que te ve tal cual eres, y es imposible cuando no es así convencer al otro de la distorsión que hay, tratar de explicar, desmontar los lugares comunes y las interpretaciones fáciles que hacen sobre ti, no hay evidencia o argumento que desmonte ese cliché que sobre ti han construido en base a la conveniencia del que te observa, está claro, hay personas además con muchos prejuicios, y eso les resulta cómodo, te juzgan por tu apariencia, por tu forma de hablar, por tu trayectoria, tu entorno, por todo menos por ti mismo.

Cuesta a veces años romper clichés, pero en ocasiones el cliché pervive como un bálsamo reconfortante, es así, dirán los demás, ya sabes cómo es, contestarán, irán añadiendo capas irreales sobre ese primer cliché básico que te estereotipa, que te pone etiqueta, que te reduce a la anécdota.

Con esto no quiero decir que yo no actúe de forma parecida pero trato de corregirlo, hace poco sin ir más lejos tuve que recalcular el perfil que andaba haciendo a otra persona como si fuera un traje a medida, a mi medida claro, me di cuenta de que partía de prejuicios y opiniones de tercera mano, y sobre todo, que era una versión interesada y fácil que no comprometía el reconocimiento de la realidad por mi parte, seguramente porque en algún punto me resultaba dolorosa a nivel íntimo, algo me revolvía internamente y era más fácil salir por la tangente y reducir a la otra persona a una mera caricatura.

De esta manera creo que vamos con los ojos tapados por la vida y que no conocemos a los demás porque no les damos la oportunidad de ser a nuestros ojos quienes en realidad son y tampoco nos damos la oportunidad a nosotros mismos de conocernos y de enriquecernos mediante una interacción realista con los demás que nos permita no ir con los ojos tapados por la vida.

El paseante


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