Por razones de respeto al muerto, no quise comentar tu relato sobre
Adolfo Suárez. Jamás creí en los políticos, y aunque tengan una familia que los
llore, cada uno que se muere, es uno menos que hace daño a la sociedad. Al igual
de todos habrá tenido su discurso para su propio bien y de quienes lo lloran. Vi
desfilar la gente ante tu féretro y me parecía algo hipócrita. No nos damos
cuenta todavía que los políticos no están para el bien común. Que les llega la
muerte como a cualquiera, ya que de la muerte y de los impuestos nadie se salva.
Pero ya, ninguno se merece un lágrima. No son héroes. Planifican su
bienestar personal a través de la política. Se dicen de derecha, se dicen de
izquierda, pero con los bolsillos llenos y cuentas en el exterior, que no se
puedan rastrear.
No guardo ni esperanza que aparezca una clase política que quiera el bien
común. Personas como tú o yo, que trabajamos todos los días, y que no recibimos
favores políticos, somos buenas por dos cosas: 1) por elección y por eso no nos
metemos en la política, donde todo tiene precio, hasta el alma; y 2) porque no
nos metemos en la política porque va en contra de nuestra moral.
Que descanse en paz y ojalá haya tenido tiempo de pedir perdón, que la
misericordia de Dios es infinita y Él con su piedad sabrá perdonarlo, si él
hizo su reconocimiento respectivo.
Disculpa si mi pensamiento te perturba, pero no creo en la clase política.
Creo en la gente buena, que de a pocos podríamos organizarnos mejor y sin
robarnos.
Un beso, Bety
Qué pasó con la Cabrita!!! El akelarre no me dice nada!!!!
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Bety, la cabrita no ha podido resistir la tensión de su reconversión a la fe y ha vuelto a fumar porros.
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