viernes, 6 de noviembre de 2015

La lectura del fin de semana. El amigo americano. Patricia Highsmith. 1974.




Lo leí este verano con un calor sofocante, una tarde acabé lo que me quedaba de un tirón, sudaba por el calor y por la trama que se va precipitando, te dices a ti mismo mientras lo lees: esto que estoy pensando va a pasar no puede pasar, y entonces pasa, pero no pasa sólo lo que pensabas que no podía pasar sino que pasa de peor manera de lo que imaginabas, es decir, real como la vida misma, pensaba habérselo recomendado a mi madre pero es una lectura poco recomendable para una madre, demasiada violencia, la narración es tan efectiva que parece como si estuvieras delante de una pantalla de cine viendo una película, como siempre nuestro amigo Ripley metiéndose en líos y metiendo en líos a los demás, y él saliendo indemne, o casi, pero quedando marcado, moralmente marcado, Ripley va acrisolando con el desarrollo de la trama de las novelas de Highsmith una especie de armadura moral imbatible propia, un tanto amoral desde un punto de vista convencional, una moral sui géneris para ir sorteando las vicisitudes de la trama de la vida, como nos pasa a todos, una moral adaptativa, algo permisiva, autojustificativa, sólo que en él esa moral hace estallar muchos acrisolados valores de la moral tradicional dada su intensa vida llevada al límite, a él siempre le queda volver junto a su acaudalada esposa a su villa de las afueras de París, cuidar de las flores del jardín y tocar el clavicordio, también pintar algún cuadro, y a nosotros siempre nos queda leer las novelas de la Highsmith y pensar si no nos parecemos en el fondo tanto a Ripley que acabaríamos haciendo lo mismo que él hace aunque seguramente con menos éxito, cosas de la ficción.

El paseante


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