Una camisa mía que llevaba pájaros bordados.
Las
camareras eran amigas mías, muy simpáticas, me ponían vino de Rioja, El Coto, a
veces blanco frío, a veces tinto, raras veces rosado, hacían conmigo lo que
querían, bromeábamos, nos reíamos, yo entonces era joven y guapo, una de ellas
era una gitana supersimpática, la Patro, se enamoró de una camisa mía que llevaba
pájaros bordados, quedé en regalársela, si vuelvo se la llevaré, estaba
gordita, tendrás que echarle unas tablas, le decía en broma, no te preocupes
por eso Pepe, allí me llamaban Pepe, yo se las pongo, tú regálamela.
El paseante
Ya tienes la mejor razón para volver a ver a Patro: prometiste un regalo que sólo tú tienes.
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