viernes, 31 de octubre de 2014

Excalibur ya eres libre, descansa en paz.




Ya eres libre pobre perrito, te echo de menos sin haberte conocido, eso da igual, si conoces a un perro conoces a todos, en tus ojos veo los ojos de mis perritos, de mis gatitos, de cualquier animal desprotegido, en tus ojos veo la inocencia, la pureza, y lo que es peor, la fe en los hombres, la certeza de que no te vamos a fallar, algunos no te fallaríamos nunca, antes nos fallaríamos a nosotros mismos que fallarte a ti, pero tú confías en todos nosotros por igual porque no sabes como yo sé de la maldad, la ignorancia, la brutalidad del hombre, y no lo sabes porque no puedes imaginar que alguien pueda ser tan diferente a ti.
Se puede vivir en un mundo que mata a un pobre perro indefenso de esa manera? Se puede seguir creyendo en algo, en alguien, en la vida, en el mundo? Se puede seguir viviendo entre tanta brutalidad repetida, evidenciada de continuo por los poderes públicos indiferentes al sufrimiento y la desprotección de los débiles?
No sé si se puede, seguramente no se puede pero la vida tiende a seguir pese a todo, sigue su inercia, igual que la maldad del hombre, que perdura pese a todo, como una seña de identidad cada día más sustancial en el hombre.
Mira Excalibur, uno de mis perritos me recuerda a ti, me mira igual, tenéis el mismo color de pelo, os acurrucáis igual en el sofá, transmitís igual ternura, una especie de desvalimiento que pide sólo amor, mira Excalibur tu muerte me ha dolido tanto que desde entonces me siento más triste aún por una sociedad en la que los que mandan consienten y promueven el maltrato y el cruel sacrificio animal, me hubiera gustado haber podido salvarte como he salvado a todos los animales que han pasado por mi vida recogidos de la calle y salvados de una muerte segura, pero ha sido imposible, ni yo ni todos los que como yo te hubiéramos salvado hemos podido hacer nada por ti, sólo llorar tu pérdida.

Adiós perrito, ya eres libre, descansa en paz.

El paseante


El de ayer fue un día de lágrimas.




Romero: “¡No quiero entrevistas... lo que yo necesito es a mi perro!”

La auxiliar que ha logrado vencer al ébola, muy enfadada por lo ocurrido con su can



El de ayer fue un día de lágrimas, rabia y tensión en el matrimonio de Teresa Romero (la primera persona contagiada de ébola en España) y su marido Javier Limón. Pero no porque haya discusiones entre ellos o se lleven mal. Todo lo contrario: en sus diálogos telefónicos reina respeto y cariño. Pero ahora la voz de Teresa se eleva cuando se acuerda de su perro, Excálibur, y sólo se apacigua cuando Javier le comenta las novedades del exterior. Ella sigue aislada en el hospital Carlos III, con la esperanza de que el último análisis sobre fluidos que se le ha hecho descarte definitivamente la presencia del ébola en su cuerpo.
¿Cómo te encuentras hoy?, le pregunta Javier través del móvil, desde una habitación del despacho de su abogado, José María Garzón, que prepara una contundente acción judicial por las omisiones y dejaciones que pudieron determinar el contagio de Teresa. Y también para que se reparen los daños y perjuicios que el maldito virus ha causado al matrimonio.
—“Estoy un cansada, me duelen los hombros”, —contesta Teresa.
—”Pero eso debe ser de estar en la cama... casi sin moverte”.
Teresa está muy recuperada. Y se le nota, y su voz cambia de tono según el tema que trate con su marido. Lo de excálubir la exacerba. Se siente féliz ante la proximidad del alta médica, pero le aterra pensar en el momento de franquear la puerta de casa y ver que no estará allí Excálibur para saludarla, como hacía siempre. “¡No quiero ninguna entrevistas, lo que necesito es a mi perro...”, se la escucha en voz alta al otro lado del teléfono cuando Javier le comenta el deseo de este periódico de charlar con ella.
“¡Sólo quiero que me den a mi perro… Qué le han hecho a mi perro esos hijos de sus madre... por qué me lo han matado…!”, se oye gritar a Teresa, llena de rabia e impotencia.
Javier Limón, que ha perdido cinco kilos este mes, se emociona escuchando a su esposa. Su rostro también refleja dolor. Sobre todo cuando evoca el sufrimiento que, explica, debió pasar Excálibur aquellos nefastos días, cuando a Teresa le diagnosticaron ébola en el hospital de Alcorcón, al que acudió con fiebre dejándo al animal en casa, en la creencia de que regresaría, y ya con España conmocionada por la noticia.
Teresa y Javier fueron aislados en el hospital y durante dos días Excálibur estuvo solo en casa, hasta que fue sacrificado. Una nube negra que, de pronto, arrasó la tranquilidad del matrimonio: acercó a Teresa a la muerte y mató a Excálibur. Javier recuerda con gran amargura aquellos momentos. “No quiero ni pensar cómo debió sentirse aquellos días mi perro, al ver que pasaban las horas y ninguno de los dos llegábamos a casa, mientras a través de las ventanas oía ruido fuera y en la calle”, recuerda Javier, llorando. “Imagino lo nervioso que debió ponerse cuando oyera a extraños echar la puerta abajo, y ver entrar a hombres encapuchados de pies a cabeza, que iban a por él…”. Excálibur tenía 12 años, "pero estaba muy bien de salud y jamás fue agresivo con nadie: iba por la calle y él notaba que alguien le miraba a los ojos, él también lo miraba y se iba hacia él moviendo el rabo para que lo acariciara. Daba igual niños o mayores”, recuerda Javier.
Teresa y su marido están muy dolidos con lo sucedido: “Había muchas opciones antes que sacrificarlo, ponerlo en cuarentena y observarlo... Cuando vinieron a casa a por mí, me despedí de Excálibur, y le toqué la boca, labios, los ojos, todo… y aquí estoy yo, y no me contagió nada, por qué sí iba a estarlo él". A Teresa no se le va de la cabeza la pérdida de su perro desde que supo la noticia. Incluso en los malos momentos preguntó por el animal, pero los médicos le retiraron el teléfono móvil para que no viese las noticias.
Javier estaba también aislado en el hospital y era una forma de escabullirse de las preguntas de su esposa sobre Escálibur. Sabía que le dolería mucho: por eso esperó al segundo análisis, que también dio negativo al ébola, para confesárselo. “Sí, lo han sacrificado”. Se hizo un silencio “y los dos nos pusimos a llorar”, recuerda Javier.

 

Qué le ha parecido la música Comisario Carballo? (Un asesino en las calles 58).




58 - Qué le ha parecido la música Comisario Carballo?

-          Qué le ha parecido la música Comisario Carballo?

A lo cual Carballo siempre contestaba:

-          Excelente Bruttini, me ha parecido excelente, toca usted de maravilla.

Siempre la misma pregunta, siempre la misma respuesta, en esta ocasión a continuación se enzarzaron los dos en una discusión sobre si Carballo estaba volviendo una vez más a beber demasiado o no era así en realidad tal y como defendía Carballo, discusión inútil de la cual ambos salieron aún más confusos que al comienzo y un tanto cabreados el uno con el otro, al cabo de un rato Bruttini se marchó con la disculpa de dar de comer a su gatito, a Cachemir, y Carballo se quedó solo, según salió Bruttini por la puerta del apartamento Carballo se fue directo hacia el dormitorio y miró fijamente la botella de whisky que había dejado la noche anterior sobre la mesilla.
Le resultaba gracioso que Bruttini pensara de él que era un borracho, en realidad el whisky le sentaba fatal, le sabía a matarratas, eso pensaba aunque nunca había probado el matarratas, en realidad Carballo intentaba que le gustara el whisky a la fuerza igual que en tiempos intentó que le gustara fumar, cosa que aborrecía igualmente y de la que ya había desistido definitivamente, estas cosas las hacía simplemente porque le parecían propias de un Comisario, de un hombre duro, de un halcón de la policía como él siempre había sido, y es que a Carballo le parecía que resultaba un tanto blando para ser Comisario y que bebiendo whisky y fumando cigarrillos iba a parecer más duro, una especie de sabueso a lo Humphrey Bogart, o algo parecido, eso tenía él metido en la cabeza, sin darse cuenta que seguramente esa pretensión era algo anticuada, es decir, si ahora se hicieran películas de serie negra  americana, Bogart sería como era Bogart en el Halcón Maltés por ejemplo?, lo más seguro es que no, y esa sutileza en el análisis le fallaba a Carballo que prefería renegar de su propia imagen y querer asumir como propia una imagen de sabueso de la policía que nada tenía que ver con él, pero si algo tenía Carballo era el ser extremadamente cabezota y por ello seguía con lo del whisky sin resultados, es decir, lo aborrecía, de hecho la noche anterior se sirvió un poco en un vaso y no pudo probarlo apenas y allí quedó en la mesilla lo cual había hecho pensar a Bruttini que se había emborrachado, tremendo infundio y un error del que era inútil intentar sacar a Bruttini que era igualmente muy tenaz en sus convicciones.
Sea como fuere era sábado y ya lo dice el refrán, sábado sabadete, camisa limpia y polvete, Carballo se dispuso a hacer de las suyas, de las suyas?, os preguntaréis, y eso en qué consistirá exactamente?

(continuará)

jueves, 30 de octubre de 2014

Alfonsina y el mar.




Alfonsina y el mar

Por la blanda arena que lame el mar
Su pequeña huella no vuelve más
Un sendero solo de pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo de penas mudas llegó
Hasta la espuma
Sabe Dios que angustia te acompañó
Que dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada en el canto de las
Caracolas marinas
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
La caracola
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá, como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu lado
Bájame la lámpara un poco más
Déjame que duerma Nodriza en paz
Y si llama él no le digas que estoy
Dile que Alfonsina no vuelve
Y si llama él no le digas nunca que estoy
Di que me he ido
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar

Mercedes Sosa

Bruttini y el mar (Un asesino en las calles 57).




Bruttini y el mar

El chico tocaba el piano como los ángeles, desde niño su madre había intuido su sensibilidad y había procurado darle ocasión de desarrollarla recibiendo lecciones de piano, pero Bruttini no sólo sabía tocar el piano sino que tenía un genio creativo e improvisador, hacía variaciones sobre temas conocidos con gran carácter y personalidad, en ese momento estaba tocando Alfonsina y el mar en el piano que Carballo tenía en el salón de su apartamento, era sábado por la mañana y Bruttini, algo preocupado por la deriva que estaba tomando la vida de Carballo últimamente, se presentó a visitarle de forma imprevista, Carballo le abrió la puerta aún en pijama pese a estar ya el sol bastante alto, tenía un aspecto bastante acabado y olía a alcohol, Bruttini al pasar frente el dormitorio no pudo evitar echar un vistazo y pudo ver que encima de la mesilla de noche había una botella de whisky y un vaso a medio vaciar, entró en el salón y mientras Carballo tomaba una ducha se puso a improvisar en el piano, estaba tocando la canción favorita de Carballo, Alfonsina y el mar.
Los acordes resonaban en el pequeño apartamento de Carballo como si fuera una caja de resonancia, todo el espacio era invadido por la sonoridad de la música, el ritmo trepidante con que Bruttini aceleraba los compases de la música a su antojo, haciendo que la canción se tambalease como si fuera a precipitarse desde las alturas de los edificios de la Gran Vía que se veían a través de los ventanales y luego se elevara hasta el cielo iluminado por el radiante sol de esa mañana de comienzos del otoño, Carballo oía el espectáculo de esa maravillosa música desde el baño, se estaba afeitando mientras contemplaba las bolsas de sus ojos que la noche anterior había dejado en su rostro los efectos del alcohol, se veía envejecido, acabado, triste, sin ilusiones, pero aquella música, aquélla música, aquella música…, realmente le acariciaba el alma y hacía que su alma se elevara y se olvidara de todo lo malo y se reconciliara con todo y con todos, y, sobre todo, esto era lo más importante, consigo mismo, lo que no consiguiera el chaval no lo conseguiría nadie, estaba claro, allí estaba sentado ante el piano tocando frenéticamente mientras de sus manos salía ese bálsamo musical que todo lo curaba.
El piano de cola del salón de Carballo era realmente una joya, Carballo compró el apartamento con el piano dentro, el piso perteneció antes a un profesor de música y canto, cuando le vendió el piso a Carballo le dijo que no podía llevarse el piano consigo a donde iba, Carballo pensó aprender a tocarlo pero fue inútil, recibió unas cuantas lecciones pero definitivamente no estaba dotado para la música ni para nada relacionado con la creatividad o el arte, disfrutaba  con el arte, lo valoraba, sabía apreciarlo, pero para nada era capaz de ponerlo en práctica, sencillamente no tenía ese don.  El piano quedó en paro forzoso hasta que Bruttini comenzó a tocarlo cuando visitaba de tarde en tarde a Carballo, aquellas fugaces veladas musicales deleitaban por demás a Carballo, Bruttini parecía realmente un ángel sentado inclinado frente al piano tocando apasionada o delicadamente al contraluz del gran ventanal del salón a través del cual se divisaba la Gran Vía con sus altos edificios estilo años 30 de fondo, el ruido del tráfico que normalmente subía desde la calle desaparecía totalmente con los acordes del piano cuya tapa entreabierta permitía observar desde lejos el golpeteo de los pequeños martillos sobre las metálicas cuerdas.
Generalmente Bruttini acababa exhausto, tal era su entrega a la música que cuando terminaba parecía que había recibido una gran descarga eléctrica, una especie de electroshock, o algo parecido, se levantaba parsimonioso del asiento, y obnubilado aún, como en trance, se dirigía ausente al sofá donde se recostaba y se quedaba mirando al techo sin parpadear durante un rato hasta que súbitamente decía:
 
(continuará)


miércoles, 29 de octubre de 2014

Retrato de Lulú 13.

Retrato de Lulú. Dibujo realizado por mi padre. Lápiz sobre papel..

Paisaje a la luz de la luna.

Paisaje a la luz de la luna. José Ramón Carballo. Óleo sobre lienzo. 2014.

martes, 28 de octubre de 2014

No puedo creer que amigos tuyos tengan miedo de ti.





No puedo creer que amigos tuyos tengan miedo de ti porque tengas el blog y vayas a comentar algo de ellos en el mismo. Que no te conocen? Que no saben que eres super respetuoso de lo ajeno, incluido los datos, las historias que te cuenten, etc? No se trata de verdaderos amigos, así que no los lamentes. Sí sería apropiado que les hagas saber de tu preocupación por el prejuicio que hicieron de tu persona, acerca de dudar del respeto que tú tienes por todos los demás, y con más dedicación, por tus amigos.

Hazlo público. Y te sugiero además que comentarios como el que acabo de hacer, se los pidas también a Terre y a La Cabrita Loca, que te apoyaremos.

De todos modos, pienso que el blog ha cambiado naturaleza de los vínculos que tenías con las personas. Los que eran "amigos" se esfumaron por miedo o por lo que sea, pero tienes que pensar que se trata de un medio masivo de comunicación, en donde un grupo indeterminado de personas te leen, te siguen, sin que tú sepas quiénes son, ni sus historias, y sabemos que son miles. El blog no está dentro de los sistemas de comunicación interpersonal, menos la presencial o la telefónica, por lo que es importante que te enfoques en todos los corazones que tocaste, todas las almas que iluminaste, todos los cerebros que llenaste.

Besazo, BC