Vuelan, parece una escena de La Sirenita, o mejor de Peter Pan, vuelan como en la películas de Walt Disney, hasta los colores son muy de Disney, se trata de un cuadro de la escuela veneciana del cinquecento italiano, estamos aún en el Renacimiento, vuelta al hombre como medida del arte, vuelta a la vida, vuelta a la libertad, un renacer, eso precisamente, un renacimiento del mundo clásico, desde el arte griego el arte no había vuelto a ser así, tan libre e imaginativo, la Edad Media fue un paréntesis oscuro pero no por ello menos valioso, es cuestión de puntos de vista, yo me quedo con el Renacimiento, cuestión de gustos, pero también pienso que para que hubiera Renacimiento era necesario que antes existiera la Edad Media, sístole y diástole, si siempre todo hubiera sido Renacimiento se hubiera agotado en sí mismo antes, se hubiera extinguido antes, de esta manera es más rica y variada la historia del arte, además siempre hay que renacer frente a algo.
Volviendo al cuadro se trata de una escena mitológica, Venus está celebrando las nupcias entre Baco y Ariadna, es una boda, ¡una boda!, la escena cuelga de las paredes del Palacio Ducal de Venecia.
Francamente no recuerdo haber visto este cuadro, es tanto lo que se ve en Venecia, uno acaba con el famoso síndrome de Stendhal, que consiste en un mareo de tanto contemplar, de mirar hacia arriba continuamente, lo monumental es tan elevado siempre, Stendhal debía padecer de las vértebras cervicales, seguro.
Me maravilla de la escena su etérea delicadeza, su armonía, su sutil espiritualidad, Venus, diosa de la belleza y el amor consagra la unión entre Baco y Ariadna en una especie de minué de los tres personajes que parecen danzar flotando en el aire como libélulas entrelazadas, toda la escena desprende una armonía y una delicadeza realmente conmovedoras, es como si uno al contemplar el cuadro escuchara una música, es como si el cuadro fuera en realidad música.
el paseante
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