Diario de un paseante 23-12-2012 21:45. La belleza.
Hay ocasiones en que la belleza nos inquieta de tal manera
que preferimos dejar de contemplarla, porque no sabemos qué hacer ante ella,
quedamos demudados, paralizados, sin voluntad, pensamiento, como flotando en el
vacío de su pura contemplación, a la deriva de nosotros mismos y de todo y de
todos, la belleza, la inquietante belleza nos produce el deseo de huir porque
nos compromete, parece esperar, estar esperando algo de nosotros que nosotros
desconocemos, que por eso mismo somos incapaces de dar, y ante eso surge un
sentimiento de impotencia como si uno desapareciera ante ella y se volviera
nada, la belleza es incomprensible para el hombre, sólo la belleza y la muerte
se escapan a la comprensión del hombre y sólo ellas son capaces de trastornarle
de igual modo, de llevarle a un más allá en que el hombre se cuestiona a sí
mismo al pie del abismo que ante él abren y en cuya contemplación queda
paralizado, desprovisto de toda voluntad, de toda decisión, de todo
pensamiento.
La belleza en sus múltiples formas trastorna al hombre hasta
tal punto que el hombre con frecuencia prefiere evitarla, no se considera digno
de ella, y en verdad no lo es con frecuencia, igual que con la muerte, sólo
siendo digno de ellas puede uno acercarse y tocarlas, acariciarlas y sentir que
sólo a través de ellas va a entrar definitivamente en contacto con Dios.
El paseante
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