Volver al Amor fragmento Marianne
Williamson
El amor, si se lo toma
seriamente, es un punto de vista radical, una importante desviación de la
orientación psicológica que rige el mundo.
Es amenazador no porque sea una idea pequeña, sino porque es tan enorme.
Para muchas personas,
Dios es una idea aterradora. Pedirle
ayuda no parece un gran consuelo si pensamos que es algo externo a nosotros, o
que es caprichoso, o que nos juzga. Pero
Dios es amor, y habita dentro de nosotros.
Fuimos creados a Su imagen, o mente, lo que significa que somos
extensiones de Su amor, o Hijos de Dios.
El Curso afirma que tenemos un “problema de autoridad”. Pensamos que somos los autores de Dios, en
vez de darnos cuenta de que Él es nuestro autor. En vez de aceptar que somos los seres de amor
que Él creó, hemos pensado con arrogancia que éramos capaces de crearnos a
nosotros mismos y después crear a Dios.
Nos hemos hecho un Dios a nuestra imagen. Como nosotros somos coléricos y juzgamos, le
hemos proyectado a Él esas características.
Pero Dios sigue siendo quien es, y siempre será la energía, el
pensamiento del amor incondicional. Él
no puede pensar con cólera ni juzgar. Es
la misericordia, la compasión y la aceptación total. Pero nos olvidamos de ello, y después nos
olvidamos de quiénes somos nosotros mismos.
Entregarse a Dios
significa entregarse al amor. Esta es una visión muy difícil de alcanzar
cuando se cree que la entrega es algo que se hace cuando se ha perdido la
guerra. La entrega es pasiva, y por ello
pensamos que es una debilidad. Pero en
un sentido espiritual la pasividad es fortaleza, es la única manera de
equilibrar nuestra agresividad. La
agresividad no es mala; en muchos sentidos, es nuestra creatividad. Pero la mente que está separada de Dios se
olvida de consultar con el amor antes de salir al mundo. La función de la mente es tener la vivencia
del amor, sin la cual no podemos actuar con sabiduría. Sin amor, nuestra actividad será histérica.
Entregarse a Dios
significa relajarse y amar, sin más. Al
afirmar que el amor es nuestra prioridad en una situación, realizamos el poder
de Dios. Esto no es una metáfora; es la
realidad. Literalmente, usamos nuestra
mente para crear junto con él. Mediante
una decisión mental –el reconocimiento consciente de la importancia del amor y
de nuestra disposición a experimentarlo- “invocamos a un poder superior”
Dejamos a un lado nuestras pautas mentales normales, regidas por el hábito, y
las reemplazamos por un modo de percepción diferente, más benévolo. Eso es lo que significa dejar que un poder
mayor que nosotros dirija nuestra vida.
Una vez llegados al
punto donde nos damos cuenta de que Dios es amor, no es demasiado difícil entender que seguirle no significa
otra cosa que seguir los dictados del amor.
El obstáculo con que nos enfrentamos ahora es la cuestión de si es
prudente o no seguir al amor. La
pregunta ya no es ¿Qué es Dios?, sino ¿Qué es el amor?
El amor es
energía. Tal vez no lo podamos percibir
con nuestros sentidos físicos, pero generalmente la gente puede decir cuándo lo
siente y cuándo no. Son muy pocas las
personas que sienten suficiente amor en su vida. El mundo se ha convertido en un lugar
bastante falta de amor. Ni siquiera
podemos imaginarnos un mundo donde todos nos amaráramos siempre los unos a los otros.
No habría guerras porque no nos pelearíamos. NO habría hambre porque nos alimentaríamos
los unos a los otros. No existiría el
desastre ambiental porque nos amaríamos demasiado para destruirnos, a nosotros
mismos, a nuestros hijos y a nuestro planeta.
No habría prejuicios, opresión ni violencia de ninguna clase. No habría dolor. Solamente habría paz.
La mayoría de nosotros
somos personas violentas, no necesariamente en el sentido físico, sino en el
emocional. Nos han educado en un mundo
que no pone el amor por delante; y donde el amor está ausente, se instala el
miedo. El miedo es al amor lo que la
oscuridad es a la luz. Es una ausencia
terrible de aquello que necesitamos para sobrevivir. El miedo es la raíz de todo mal. Es el problema del mundo.
Cuando los bebés no
reciben caricias, pueden volverse autistas, e incluso se pueden morir. Se acepta que los niños necesitan amor; pero
¿a qué edad se supone que dejamos de necesitarlo? Nunca.
Necesitamos amor para vivir felices, tanto como necesitamos oxígeno para
sobrevivir. Sin amor, la verdad es que
el mundo no es un gran lugar donde vivir.
Sólo el Amor es Real
Dios no es el autor
del miedo. El autor del miedo eres tú.
De modo que el problema
con el mundo es que nos hemos apartado de Dios, o nos hemos alejado del
amor. De acuerdo con Un curso de
milagros, esta separación de Dios se dio hace millones de años. Pero la revelación importante, lo esencial
del Curso, es que en realidad no sucedió jamás.
En la introducción de
Un curso de milagros se dice:
“Este curso puede, por
lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera: Nada real puede ser
amenazado. Nada irreal existe”.
Lo que esto significa
es:
- El amor es
real. Es una creación eterna y nada
puede destruirla.
- Todo lo que no
sea amor es ilusorio.
- Recuérdalo, y
alcanzarás la paz.
Mantengo que Un curso
en milagros afirma que sólo el amor es real: Lo opuesto al amor es el miedo,
pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos. Cuando pensamos con amor, estamos
literalmente creando junto con Dios. Y
cuando no pensamos con amor, puesto que sólo el amor es real, entonces, de
hecho, no estamos ni siquiera pensando.
Estamos alucinando. Y eso es lo
que es este mundo: una alucinación en masa, en donde el miedo parece más real
que el amor. El miedo es una ilusión, un
delirio. Nuestra locura, nuestra
paranoia, nuestra angustia y nuestros
traumas son imaginarios. Esto no quiere
decir que no existan para nosotros como
seres humanos, y es necesario exponerlos a la luz para poder liberarnos de
ellos. Pero no reemplazan al amor que
hay dentro de nosotros. Son,
literalmente, una pesadilla. Es como si
la mente se hubiera escindido en dos partes, una de las cuales sigue estando en
contacto con el amor, mientras que la otra vira hacia el miedo. El miedo produce una especie de universo
paralelo donde lo irreal parece más real que lo real.
En Un curso de milagros
se define el pecado como una “percepción desprovista de amor”. La manera de escaparse del temor es haciendo
que la mente adopte una actitud receptiva al amor. El amor expulsa el miedo de la misma manera
que la luz expulsa la oscuridad. El
pasaje del miedo al amor es un milagro.
No es que organice las cosas en el plano terrestre; se dirige a la
auténtica fuente de nuestros problemas, que está siempre en el nivel de la
conciencia. Los pensamientos son como
programas en un ordenador, y aparecen en la pantalla de tu vida. Si no te gusta lo que ves en la pantalla, de
nada sirve que te dirijas hacia ella para borrarla. El pensamiento es Causa, la experiencia es
Efecto. Si no te gustan los efectos que
encuentras en tu vida, tienes que cambiar la naturaleza de tu pensamiento.
El amor en la mente
produce el amor en la vida. Este es el
significado del Cielo.
“El miedo en la mente
produce el miedo en la vida. Este es el
significado del infierno.
Nuestros problemas
mundanos no son, en realidad, más que
síntomas del verdadero problema, que es siempre una falta de amor. El milagro, un cambio desde el miedo al amor,
funciona en un plano invisible.
Transforma el mundo en el nivel Causal.
Cualquier otra cosa no es más que un paliativo temporal, un remiendo
pero no una sanación, un tratamiento del síntoma pero no una curación.
Dios, por favor,
ayúdame, significa Dios, corrige mi pensamiento. Líbrame del infierno significa Líbrame de mis
insensatos pensamientos. Dios no violará
la ley de Causa y efecto, que es la ley más básica de la conciencia, y fue
establecida para nuestra protección.
Mientras tratemos a los demás como queremos que nos traten a nosotros,
estaremos a salvo.
Adán y Eva fueron
felices hasta que comieron del árbol de conocer el bien y el mal. Lo que esto significa es que todo era
perfecto hasta que empezaron a juzgar, a mantener el corazón abierto a veces,
pero cerrado otras. Te amo si haces
esto, pero no si haces aquello. Cerrar
el corazón destruye la paz interior. Es
ajeno a nuestra verdadera naturaleza.
Nos pervierte y nos convierte en personas distintas de las que habríamos
debido ser.
Freud definió la
neurosis como el hecho de alejarse del Yo, y eso es. El verdadero Yo es el amor dentro de
nosotros. Es el hijo de Dios. El yo temeroso es impostor. La vuelta al amor es el gran drama cósmico,
el viaje personal desde lo ilusorio hasta el Yo, del dolor a la paz interior.”
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