Es un momento mágico, la mirada de un gato a su amo, toda la admiración, todo el cariño, la atenta mirada que espera la caricia de la mano, la caricia de la voz.
El gato con su mirada, puro espíritu, puro amor.
Alza el gato su mirada hacia el amo.
El instante en que el cristal translúcido de su mirada se posa sobre la mirada de su amo, llamándole como a través de los tiempos, como si el gato y el hombre volvieran por una vez a ser parte del espíritu universal, a ser una parte integrante del alma universal que a todos nos conecta y de la que todos formamos parte.
La belleza de su mirada reflejo de un mundo creado por Dios.
Porque quién si no puede llegar a realizar obra tan perfecta.
Me admira la perfección de los ojos del gato.
Si alguien dudara de la existencia de Dios le recomendaría sólo que saliera de dudas mirando los ojos de un gato, y si además consigue que el gato le mire como mira el de la foto, seguro que no dudaría de la existencia de Dios.
Sólo Dios puede crear tan perfecta belleza en la materia y en el espíritu.
¡Qué cortas se quedan las palabras para describir la mirada de un gato!
Besos,
el paseante
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