viernes, 30 de enero de 2015

La lectura del fin de semana. Las partículas elementales. Michel Houellebecq. 1998.



"El aire se convirtió en líquido y lo atravesó una ola"
M. Houellebecq


No es un libro fácil, no me refiero a su lectura que es fluida, está muy bien escrito, sino conceptualmente difícil de asumir por su crueldad, en ocasiones un tanto estridente, estuve a punto de dejar de leerlo al poco de comenzar por algo que sucede en sus páginas y que me pilló desprevenido y me desagradó profundamente, incluso pensé quitar del blog un fragmento de entrevista con Houellebecq que había publicado, al final pensé que al fin y al cabo no era sino una ficción, pero igual que me salgo del cine si algo que veo en la pantalla para mí es intolerable, igual hago con la lectura, cada cual tiene sus principios y valores, en eso soy, lo reconozco, un tanto integrista.
Y no es lo único que me chirrió en la conciencia en este libro pero uno se acostumbra y continúa leyendo, late un cierto afán de llamar la atención con planteamientos un tanto digamos estridentes, desagradables para mí, aunque no es la tónica general creo que distorsionan bastante una novela que por otro lado me ha parecido magnífica, muy sociológica, algo menos psicológica, y algo menos todavía filosófica, quizás éste sea el orden de los temas que he creído sentir latir en sus páginas, planteados desde una originalidad muy actual, aunque no es La montaña mágica de Mann ni En busca del tiempo perdido de Proust, obras que cita el autor en su novela con admiración.
Coincido con Houellebecq en que el problema es el hombre en sí mismo considerado, de ahí que en las páginas finales propugne una sustitución del hombre que se reproduce por el hombre que se clona y depura en la clonación todo lo malo a nivel moral, conductual y psicológico que el hombre tiene, interesante planteamiento, lo que no han logrado ni filosofías ni religiones ni ideologías al final lo logrará la ciencia.
Es una obra de ensayo pese a ser novela, en la cual pone patas arriba la sociedad contemporánea y todo lo que la antecede y es su causa directa, muy crítico, cínico, negativo, humorístico, Houellebecq recuerda a Bukowski aunque remueve la conciencia con un arado profundo con el que no contaba Bukowski que era mucho más epidérmico, Houellebecq arrastra, te arrastra, te araña, te erosiona, te hace ver la realidad, una realidad en ocasiones desagradable, cruel, inoportuna, pero no por ello menos cierta.

El paseante


Comisario no se muera… Un asesino en las calles 86).





86 – Comisario no se muera…


-          Comisario no se muera, perdón he querido decir que no se duerma, procure estar despierto así irá recuperando la consciencia y recordando su vida, la amnesia es transitoria o al menos eso dicen los médicos, poco a poco desaparecerá, así que ya sabe, no se muera por favor, vaya otra vez me confundí…, quise decir que no se duerma por favor, tengo que irme a la comisaría a trabajar, a la tarde volveré, si sucede algo las enfermeras tienen el número de mi móvil y me llamarán, estese tranquilo.


Bruttini se fue al fin, qué alivio, pensó Carballo, el chico era muy buena persona y muy atento pero un poco pesado, estaba agobiado con la enfermedad de Carballo, al fin y al cabo para él era como su padre, se podía decir que le había adoptado como padre, ni padre ni familia tenía ya el pobre chico, sólo le quedaba su madre en el pueblo, pero la figura paterna era muy importante sobre todo para alguien tan inmaduro como Bruttini, al haber carecido de padre por haber muerto joven cuando Bruttini era un bebé había una parte de su desarrollo psicológico que había quedado en estado embrionario, eso se notaba, y ahora el pobre muchacho tenía miedo de perder a Carballo, por cierto, qué habría querido decir Bruttini con eso de la amnesia?, se preguntó Carballo, él se acordaba de todo perfectamente, y se sentía perfectamente, no comprendía bien la pantomima de tener que estar ingresado en el hospital, en observación, le habían dicho, pero él se sentía mejor que nunca.

Apenas se fue Bruttini Carballo cayó en un profundo sueño, la noche había sido agotadora, las enfermeras no paraban de entrar con cualquier motivo, tomarle la temperatura, cambiar la bolsa de la orina, reponer el suero del goteo, darle otro calmante, un analgésico, cualquier cosa, hasta sacarle sangre, era agotador, parecía que estuviera muriéndose, el resultado fue que apenas pudo dormir, ya sumaba dos noches sin dormir apenas, la del Divas con el shock y la siguiente noche con las enfermeras, por cierto, se dio cuenta de que debajo de la sábana estaba totalmente desnudo, las enfermeras le manipulaban, le destapaban y tapaban si ningún pudor, le tocaban, le rozaban, menos mal que él era incapaz de sentir nada, cosas de la andropausia, ni pudor tenía ya, y es que un cuerpo sin deseo pierde el pudor totalmente, le da igual, no tiene pretensión alguna de tener sexo con nadie, ni rubor siente ante la desnudez, era un cuerpo nada más, por fin sólo un cuerpo en la más pura acepción médica de la palabra, un anciano ya tal vez, aunque en realidad no era tan mayor, 54 años, Carballo se sentía como si tuviera mil años, la vida era algo que había empezado a desfilar por delante de él sin que él tuviera el más mínimo interés por ella, sólo le interesaba su más reducido círculo, un círculo en el que sólo estaban cada día más él y sus recuerdos.

Su mente siguió divagando en sueños y aparte de todas estas disquisiciones medio alucinatorias y algo exageradas por el estado de desánimo, la postración, y la medicación, se centró también en el pobre Bruttini, le producía ternura la ilusión que aún mantenía viva por la vida, era tan ingenuo, ya no se encontraba gente así por el mundo, tenía algo inclusive de pueril, de niño, Carballo veía un poco en él al hijo que nunca tuvo, su pureza llamaba la atención, atraía por su bondad, era como si estuviera siempre virgen de vida aunque viviera, como si la suciedad del mundo no pudiera mancharle nunca pasara lo que pasara, como si fuera una especie de ángel, aunque para la mayoría de la gente pudiera resultar a simple vista un tanto simple, como paleto, poco vivido, poco cosmopolita o refinado, un chico de pueblo en definitiva, pero si uno sabía ver detrás de todo eso descubría una rara pureza, una especie de blancura inmaculada que nada podía destruir ni destruiría nunca, una especie de luz que hacía iluminar su sonrisa, su mirada, su voz, su ánimo, algo así como un soplo divino que pervivía en él.

Todo esto pensaba Carballo que en el fondo pensaba que al lado de Bruttini era poca cosa pese a su edad y a todo su prestigio porque se consideraba lejos de toda esa pureza, esa luz, y esa bondad, se consideraba al lado de Bruttini sucio, tal vez porque la vida sí había dejado una profunda huella en él de la que Bruttini se mantenía al margen.

Bruttini le había dicho antes de irse que no se durmiera, que no se moviera, que no se muriera…, qué le había dicho Bruttini en realidad antes de irse?, Carballo no lo recordaba ya, la conciencia se le fue apagando, no sabía bien si se estaba durmiendo o si se estaba muriendo, qué diferencia habría?, nunca antes se había muerto, tal vez morirse fuera solamente eso, dormirse, pero dormirse para siempre…, y entonces por primera vez sintió miedo de la muerte.


(continuará)


jueves, 29 de enero de 2015

Redecora tu vida 3 (Un asesino en las calles 85).





85- Redecora tu vida 3.


A la tercera copa de whisky el comisario Carballo entró en coma etílico, cuando despertó era de día y estaba en el hospital, apenas abrió los ojos pudo ver el mofletudo rostro de Bruttini delante de él sonriéndole:

-          Comisario pero tan poco le gustó mi actuación que intentó suicidarse…?, pero cómo es usted, siento de veras que no le gustara, o tal vez se trata de los cambios en el apartamento?, si es por eso no se preocupe, no sé si subió al apartamento y vio los cambios pero todas sus cosas están a buen recaudo, se las mandé a la casa del pueblo, allí está esperándole su pasado, verá como con su nueva vida todo va a ser mejor, yo voy a ser su coach, le voy a sacar de la depresión como sea, estese tranquilo, tengo práctica, míreme a mí, me he sacado a mí mismo de la más profunda depresión y el más profundo desconsuelo en el que quedé cuando mi familia me abandonó, recuerda lo mal que lo pasé?, pues ya estoy mucho mejor y con ganas de poner en práctica con usted todo lo que he aprendido conmigo mismo, soy un experto coach y asesor de imagen, le voy a cambiar la vida, lo que usted necesita es una renovación total, no le va a conocer ni la madre que le parió, se lo aseguro, palabra de Bruttini, pero no diga nada que tiene puesto el oxígeno y se le caerá la mascarilla, le tuvieron que hacer un lavado de estómago, realmente se pasó con el whisky, menos mal que la cerillera, la Chari, me avisó y logramos entre las dos sacarle a la calle y avisar al SAMUR, perdió totalmente el conocimiento y pensamos que estaba muerto, hubo un gran revuelo en el Divas, cuando los clientes oyeron la sirena de la ambulancia creyeron que se trataba de una redada y salieron a la carrera, un verdadero tumulto, muchos se cayeron escaleras abajo, ya se daban por presos con el consiguiente escándalo, imagine si se enteran sus esposas que estaban en un club de transformistas en Chueca, pobrecillos, daba pena verles a la carrera con sus elegantes trajes de banquero y sus orondas figuras por la plaza de Chueca ante la mirada atónita de la gente joven que estaba de juerga a esas horas de la noche, hubo mucho cachondeo, y todo por una ambulancia, debieron de pasarlo realmente mal, y usted todo un comisario de policía con su gran prestigio allí tirado en medio de la acera como un cadáver esperando al SAMUR mientras todo el barrio estaba corriéndola, qué contraste!, menos mal que la Chari y yo le atendimos como pudimos y evitamos que le pisaran, yo ni tiempo tuve de cambiarme, ya me ve como estoy vestido, con el traje de faralaes de la última actuación, Ojos verdes estaba cantando cuando usted se cayó al suelo y la Chari lanzó un grito que el público creyó que era parte de la coreografía de la canción hasta que un segundo grito huracanado de la Chari les sacó del engaño y se quedaron lívidos como si hubieran visto una aparición, todos mirando a la Chari que parecía por su cara de terror la niña del exorcista, pero tranqui que todo tiene arreglo y los médicos han podido intervenir a tiempo, ahora debe descansar, en cuanto le den el alta le llevo al apartamento que verá lo mono que ha quedado e inmediatamente comenzamos con el coach, le voy a dejar como los chorros del oro, lo que le digo, que no le va a conocer ni la madre que le parió, pero no se mueva, no hable que se le cae la mascarilla del oxígeno y la sonda se le puede salir, le están poniendo suero y un tranquilizante, me han preguntado si es usted alcohólico o drogadicto, si sufre depresiones, les he dicho que hasta donde yo sé usted es alcohólico y depresivo pero que drogadicto no me consta, no, no, no se mueva, tranquilo, descanse, mejor no diga nada, así, así, así, duérmase, hasta mañana por lo menos no le darán el alta, yo pasaré aquí esta noche junto a usted, ahora que ya no tengo familia usted es mi familia, es como si fuera mi padre, yo le voy a cuidar y en cuanto le den el alta a casita, verá qué calditos más buenos le voy a hacer para que se reponga y nada de whisky ni porquerías por el estilo, el ánimo se lo levanto yo con mi terapia de coach, verdad que sí comisario?, duérmase, eso es, así, así, tranquilo, muy bien, verdad que va a ser bueno a partir de ahora…? Mire, he bajado a comprarle esta manzanita, le apetece?, debe comer algo, se la pelo?


(continuará)


Redecora tu vida 2 (Un asesino en las calles 84).





84 – Redecora tu vida 2.

Qué diablos habría hecho Bruttini con su manía de redecorarle la casa?, Carballo llegaba a la noche después de un duro día de trabajo en la comisaría y contemplaba desde la acera de enfrente de la Gran Vía la fachada de su edificio de apartamentos, las ventanas estaban apagadas, habría terminado ya de redecorarla o tal vez hubiera dejado para más tarde su propósito, o habría, esto sería lo mejor, desistido definitivamente de llevarlo a cabo?, todo eran dudas, miraba  hacia sus ventanas y las veía apagadas, qué le esperaría al entrar en el apartamento?
Le daba miedo subir, decidió ir a tomar un whisky al Divas Club , el alcohol le ayudaría a pasar el mal trago, se encaminó hacia el Divas por la calle Hortaleza, directo a Chueca, el ambiente era ya de viernes noche, mucho loquerío, jóvenes gays pululaban de un lado para otro enfebrecidos  buscando plan, entre ellos se hacían bromas, parecían adolescentes, Carballo se preguntó si ser gay consistía precisamente en eso, en ser siempre adolescente, hasta la muerte, no estaba mal el panorama, les exaltaba la alegría de vivir, la ilusión, la búsqueda de la felicidad, nunca desistían, nunca tiraban la toalla, seguían hacia delante, divirtiéndose, cuando llegó al Divas pudo ver a la entrada a un par de forzudos matones que le miraron con gesto avieso, Carballo pensó si serían los nuevos porteros del local o si se trataría de dos clientes, en cualquier caso él entró y bajó las escaleras con paso decidido, aquello era ya como su casa, al pasar junto a la cerillera ésta le guiñó un ojo y le sonrió, Charito era muy simpática siempre con el Comisario Carballo, había sido cupletista en su juventud y había llegado incluso a conocer a Celia Gámez con la que las malas lenguas decían que había tenido un affaire, el camarero solícito acompañó a Carballo a su velador habitual, ni muy lejos ni muy cerca del escenario, en un discreto rincón a salvo en una media penumbra de las miradas de los curiosos, cuando se sentó el camarero le preguntó: lo habitual Comisario?, Carballo asintió con la cabeza mientras encendía un farias, al momento el elegante camarero de sonrisa profidén, pelo engominado, pajarita y mandil negro, puso delante de Carballo una copa de coñac del tamaño de un balón de fútbol y le sirvió un trago más que largo larguísimo de Jack Daniels, su whisky favorito, el ambarino líquido fue escanciado ceremoniosamente por el muchacho sobre el abundante hielo haciéndolo crepitar como si fueran trozos de un iceberg, Carballo tomó la copa de balón con la palma de la mano y lo removió delicadamente como en un ritual religioso, en una ceremonia iniciática, tomó un trago del delicioso néctar que al momento tuvo un efecto calmante sobre sus nervios, entonces pensó: a la porra con Bruttini, a la porra con mis muebles, a la porra con la cantimplora de las excursiones, a la porra incluso con la palita de jugar con la arena, a la porra con todo, y al final añadió para sus adentros: a la porra conmigo mismo, dicho lo cual se asustó un poco cómo dándole la impresión de que los efectos del alcohol estaban yendo demasiado lejos demasiado deprisa, miró la ondulante piscina de whisky dentro de la copa y pensó que tal vez si se tomaba todo aquello no lograría nunca llegar a casa, pero luego pensó también que tal vez de eso era de lo que se trataba, de perderse del mundo, olvidarse de sus obligaciones, su pasado, su presente y hasta de su futuro y ser él por fin de nuevo como cuando era joven y libre y no tenía tantas ataduras.
Su voz interior se calló, las luces se apagaron y se encendieron las candilejas del escenario, la orquestina comenzó a tocar una melodiosa música llena de un decadente y nostálgico romanticismo, Carballo, como melómano que era, identificó enseguida la música: el vals de la Viuda alegre de Lehar, una de sus favoritas, nara nana na ranana nararara…, entre el alcohol y la música Carballo tuvo la sensación de levitar, como si hubiera fumado marihuana, algo que nunca había hecho, pero que imaginaba debía proporcionar esas mismas sensaciones, y pensó si el whisky no llevaría algo más cuando vio que sobre el escenario apareció ni más ni menos que Bruttini travestido una vez más en la Brutta, en una hermosa mujer, sensual, que desnuda y envuelta en una gran boa se movía de una manera deliciosamente erótica y sugerente, una luz rosada teñía su piel de deseo a los ojos del comisario. Carballo no salía de su asombro, parpadeó con fuerza pero Bruttini seguía allí moviéndose provocativamente sobre el escenario, no eran cosas del whisky, no se trataba de ninguna alucinación, decidió beber otro trago y relajarse, estar tranquilo, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…
Naranana naranana naranaranarana...

(continuará)


Dónde está Dios?




Me encantan las listas de fin de año que hacen los medios de comunicación. Fuimos bombardeados con compendios de todas las categorías imaginables, y la que más me gustó fue la lista de las mejores citas del año – las cosas más poderosas, importantes y significativas que fueron dichas en el 2011.
De acuerdo al Wall Street Journal, la ganadora fue la exclamación de Steve Jobs: “Oh, wow. Oh, wow. Oh, wow”. Esas fueron sus últimas palabras antes de morir.
Su hermana, Mona Simpson, describió la escena en su elogía.
Cuando ella llegó a la casa de su hermano y se arrimó a su cama, cerca del final, encontró a Jobs rodeado por su familia - “él miró a sus niños a los ojos como si no pudiera destrabar su vista” – arreglándoselas para seguir consciente.
“Se veía”, dijo, “como alguien que ya tenía el equipaje acomodado en el auto, a punto de comenzar su travesía, a pesar sentirse apenado, muy apenado, por estar dejándonos”.
Sin embargo, comenzó a deteriorarse. “Su respiración cambió. Comenzó a ser intensa, intencionada, decidida. Lo podía sentir contando sus pasos de nuevo, empujando un poco más allá. Esto es lo que aprendí de la situación: también aquí él estaba trabajando. Para Steve, la muerte no fue una ocurrencia, fue un logro”.
Después de sobrevivir una última noche, escribió Simpson, su hermano comenzó a escabullirse. “Su aliento indicaba una ardua travesía, un camino empinado, altitud. Parecía estar escalando”.
“Pero con esa voluntad, con esa ética laboral, con esa fortaleza, también estaba su dulce capacidad para el asombro, la creencia del artista en el ideal, el aún más hermoso futuro”.
“Las últimas palabras de Steve, unas horas antes, fueron monosílabos, repetidos tres veces”.
“Antes de embarcar, miró a Patty, su hermana, luego por un rato a sus hijos, luego a Laurene, su compañera de toda la vida, y por último por sobre los hombros detrás de ellos”.
“Las últimas palabras de Steve fueron: 'Oh wow, oh wow, oh wow'”.
Este gran visionario tuvo una última revelación. Y aparentemente, esta revelación lo abrumó con su belleza. Sólo pudo responder a ella con una repetida exclamación de asombro.

Destino Universal

¿Qué fue lo que vio?
Por supuesto, no podemos estar seguros. Pero no podemos descartar todas las pistas. Tenemos evidencia de muchas fuentes. Algunas son meramente anecdóticas, otras enraizadas en tradiciones religiosas y creencias místicas.
Ellas explican por qué la mayoría de la humanidad, a lo largo de los milenios, eligieron aceptar que la muerte no es el final, que de alguna forma sobrevivimos cuando nuestros cuerpos ya no pueden funcionar, y que hay algo que nos espera al final de nuestra última travesía, algo que nos asombrará tanto por su belleza sobrenatural y por su esplendor, que lo único que podremos balbucear cuando lo percibamos será “Oh, wow”.
La muerte es nuestro destino universal. Nadie escapará a su decreto. Y, aún así, su significado sigue siendo un misterio. Todos dejaremos este mundo sin tener certeza de nuestro destino.
Nadie quiere creer que somos mortales. Vivimos nuestras vidas como si fuésemos a vivir por siempre.
No podemos imaginar nuestra no existencia, por lo que negamos la posibilidad de nuestra desaparición.
Como Woody allen, decimos que no le tememos a la muerte pero que “no queremos estar ahí cuando ocurra”. Creemos obstinadamente que, de alguna manera, seremos la excepción al destino de toda la humanidad.
En algunos aspectos, reconocer nuestra mortalidad es liberador. La popular canción de Kris Allen dice “Deseo que puedas vivir la vida sabiendo que estás muriendo”. Todo momento es más valioso cuando sabes que podría ser el último. Toda experiencia es más intensa cuando sabes que podría no repetirse nunca.
Pero la contraparte es que el miedo a lo desconocido es debilitante y deprimente. No tenemos idea de lo que nos espera y hay mucho más que tenemos que hacer aquí. Nunca sabremos lo que pasará con nuestros seres queridos, nunca más veremos a nuestra pareja ni a nuestros hijos.
Quisiéramos saber más sobre la muerte. Y cuanto más nos acercamos a ese encuentro con el misterio universal, más urgente es nuestra necesidad de definirlo.
¿Es la muerte el final o un nuevo comienzo? La ciencia no nos puede dar la respuesta, pero nuestra tradición puede arrojar un poco de claridad.
Las fuentes judías describen a la muerte no como un final, sino como un glorioso nuevo comienzo.
Es tan asombroso lo que nos espera, que la Mishná (Avot 4:17) declara: “El placer de una hora en el mundo venidero es mayor a todos los placeres de este mundo”.
El Talmud nos asegura que seguiremos siendo conscientes de nuestra identidad, que nos reuniremos con nuestros seres queridos que murieron antes que nosotros, que sabremos lo que pasa en la tierra, y que disfrutaremos la bendición de estar cerca de la presencia de Dios, algo que no puede ser descrito en términos terrenales.
Las fuentes místicas describen la primera experiencia en la vida después de la muerte como captar una poderosa luz inexplicablemente hermosa. Es la luz del primer día de la creación, que Dios separó para el mundo venidero, y que difiere profundamente de la luz del Sol, que no fue creada sino hasta el cuarto día. Iluminados por esta luz primordial, podemos “ver” toda nuestra vida en retrospectiva. “Revivimos” en la memoria todos nuestros años y asistimos al juicio celestial sobre cómo nos comportamos – sintiendo un gran remordimiento por nuestros errores, y bañándonos en alegría por nuestros logros espirituales.
Por supuesto, el paraíso no es un lugar en el que puedes disfrutar de un asado o de algún otro placer físico, ya que carecemos de la capacidad física para hacer esas cosas. Sin un cuerpo, algunas cosas son simplemente imposibles. Pero la vida nos enseñó que la felicidad real tiene mucho más que ver con profundizar en nuestra consciencia espiritual y en nuestros sentimientos que en el placer físico.
El grado en que disfrutamos la vida después de la muerte es proporcional a la altura espiritual que alcanzamos en este mundo. Después de todo, allí no hacemos nada de lo que hacemos en este mundo con nuestros cuerpos, como por ejemplo estar parados, sentarnos, dormir, sentir dolor, actuar con frivolidad, etc.
Después de esta vida, las almas se beneficiarán del brillo de la Presencia Divina – es decir, conocerán y entenderán la existencia de Dios de una manera que no podían comprender mientras estaban en sus tristes y despreciables cuerpos (Maimónides - Teshuvá 8:2).
Cuando Moisés le pidió a Dios: "Permíteme verte", la respuesta fue: “Ningún hombre puede verme y vivir”. Sin embargo, los sabios infieren que se nos garantiza que al morir veremos Su gloria – una visión tan magnífica que casi con seguridad evocará un “Oh, wow” en respuesta.

Repentina Serenidad

He aconsejado a cientos de personas en tiempos de desesperanza y pérdida, y también aprendí mucho de ellas. Los congregantes compartieron conmigo historias de muerte y agonía, y también experiencias místicas que tenían vergüenza de compartir incluso con sus familiares, por miedo a ser considerados locos.
Elizabeth Kubler Ross, quien dedicó su vida al estudio de la muerte, escribió que en sus muchos años de estar presente en el momento en que la vida se desvanecía lo que más la conmovía era la visión de la repentina serenidad y paz que siempre acompañaba el paso de un estado al otro. Eligió describir la muerte como “romper un capullo y emerger como mariposa”. Durante la vida, nuestros cuerpos representan las limitaciones físicas. Sin ellos, podemos por primera vez ascender a alturas que antes nos resultaban imposibles.
El rabino jasídico del siglo 19, Rebe Mendel de Kotzk, les enseñó a sus discípulos a no tener miedo de la muerte ofreciéndoles una parábola diferente. Les dijo: “La muerte es cuestión de ir de un cuarto a otro – y el segundo cuarto es mucho más hermoso”.
Quizás eso es lo que llevó a Steve Jobs a decir “Oh wow, oh wow, oh wow”. Estaba describiendo lo indescriptible – una visión de un lugar maravilloso y hermoso que servirá como nuestro hogar final después de ser liberados de los límites restrictivos de nuestros cuerpos mortales.
Sus palabras nos dan la oportunidad de reflexionar sobre la muerte y concluir que la muerte no tiene por qué conducir a la desesperación – porque la vida es más que lo que experimentamos aquí en la tierra.
Y eso ciertamente la hace ser merecedora del título "la mejor cita del año".

Las Últimas Palabras de Steve Jobs

La cita más importante del año.

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