jueves, 28 de noviembre de 2013

La lectura del fin de semana. Retrato del artista adolescente. James Joyce. 1916.



Todos los chicos le parecían muy extraños. Todos tenían padres y madres, y trajes y voces diferentes. Y deseaba estar en casa y reclinar la cabeza en el regazo de su madre. Pero no podía; y lo que quería, por lo menos, era que se acabaran el juego y el estudio y las oraciones para estar en la cama.
Bebió otra taza de té caliente y Fleming le dijo:
-¿Qué tienes? ¿Te duele algo o qué es lo que te pasa?
-No sé -dijo Stephen.
-Lo que tú tienes malo es el saco del pan -dijo Fleming-, porque estás muy pálido. ¡Eso se te pasa!
-Sí, sí -dijo Stephen. Pero la enfermedad no estaba allí. Pensó que lo que tenía enfermo era el corazón, si el corazón podía estarlo. ¡Qué amable que había estado Fleming interesándose por él! Sentía ganas de llorar. Apoyó los codos en la mesa y se puso a taparse y destaparse los oídos. Cada vez que destapaba los oídos, se oía el ruido del comedor. Era un estruendo como el del tren por la noche. Y cuando se tapaba los oídos, el estruendo cesaba, como el de un tren dentro de un túnel. Aquella noche en Dalkey el tren había hecho el mismo estruendo, y, luego, al entrar en el túnel, el estrépito había cesado. Cerró los ojos, y el tren siguió sonando y callando; sonando otra vez y callando. ¡Qué gusto daba oírlo callar y volver de nuevo a sonar fuera del túnel y luego callar otra vez!
Comenzaron a venir a lo largo de la estera del centro del refectorio los de la primera división, Paddy Rath y Jimmy Magee, y el español al que le dejaban fumar cigarros, y el portuguesito de la gorra de lana. Y cada uno tenía su manera distinta de andar.
Se sentó en un rincón del salón de recreo, haciendo como que miraba un partido de dominó, y por dos o tres veces pudo oír la cancioncilla del gas. El prefecto estaba a la puerta con varios muchachos y Simón Moonan le estaba atando las mangas falsas del hábito de los jesuitas ingleses. Estaba contando algo acerca de Tullabeg.
Por fin se marchó de la puerta y Wells se acercó a Stephen y le dijo:
-Dinos, Dédalus, ¿besas tú a tu madre por la noche antes de irte a la cama?
Stephen contestó:
-Sí.
Wells se volvió a los otros y dijo:
-Mirad, aquí hay uno que dice que besa a su madre todas las noches antes de irse a la cama.
Los otros chicos pararon de jugar y se volvieron para mirar, riendo. Stephen se sonrojó ante sus miradas y dijo:
-No, no la beso.
Wells dijo:
-Mirad, aquí hay uno que dice que él no besa a su madre antes de irse a la cama. Todos se volvieron a reír. Stephen trató de reír con ellos. En un momento, se azoró y sintió una oleada de calor por todo el cuerpo. ¿Cuál era la debida respuesta? Había dado dos y, sin embargo, Wells se reía. Pero Wells debía saber cuál era la respuesta, porque estaba en tercero de gramática. Trató de pensar en la madre de Wells, pero no se atrevía a mirarle a él a la cara. No le gustaba la cara de Wells. Wells había sido el que le había tirado a la fosa el día anterior porque no había querido cambiar su cajita de rapé por la castaña pilonga de Wells, por aquella castaña vencedora en cuarenta partidos. Había sido una villanía: todos los chicos lo habían dicho. ¡Y qué fría y qué viscosa estaba el agua! Y un muchacho había visto una vez una rata muy grande saltar y ¡plum! zambullirse de cabeza en el légamo.

Retrato del artista adolescente
James Joyce

El sentido de la vida.



Bueno, el correo por el cual se convenció puedes leerlo en el blog en esta semana, cuenta que a veces he ido a un sanador espiritual, eso la convenció, bueno eso y su predisposición previa, ten en cuenta que ha hecho dos cursos de Reiki.
En lo de mi pintura coincide todo el mundo que la ve, gusta bastante, sorprende, resulta original.
Lo de la vida, pues estoy igual que tú, vidas paralelas, miro hacia atrás y veo lo que he cambiado, soy consciente, simplemente eso, antes vivía anestesiado, no veía la realidad.
Tengo sensación de desamparo, fragilidad, debilidad, fugacidad, no sólo en lo que se refiere a mí sino en lo que se refiere a todo, un planeta perdido en un espacio infinito, no logro comprender ni el planeta ni el espacio infinito, la vida y su misterio y el ser humano y su capacidad de discurrir sobre todo eso, su impotencia para dominar todo eso pese a sus esfuerzos, tampoco los biólogos, cosmólogos, científicos en general, creo que comprendan nada, intentan aproximarse pero es todo un misterio.
Y por encima de todo la idea de Dios o de una fuerza superior, igualmente incomprensible con la razón, sólo con la fe se puede aceptar, y la idea del alma, y la interrogación sobre si existe el alma qué pasará con ella después de la muerte.
Interrogantes y más interrogantes, cuanto más consciente eres más interrogantes y más vulnerable te sientes, sólo la ignorancia es verdaderamente tranquilizadora, no plantea dudas.
Al final lo que cuenta es la muerte, el continuo renovarse de la vida, en esa rueda nacemos y en esa rueda morimos, desaparecemos, y entretanto nos creemos durante un breve período de tiempo, la juventud,  inmortales y omnipotentes, ignorando lo que habrá de venir.
Bueno, yo creo que lo único que le redime a uno de esta desolación cósmica es el amor.
Y lo que nos emponzoña es la insolidaridad y la injusticia, volver la cara hacia otro lado ante las necesidades y los problemas de los demás.
Son mis ideas.
Por cierto, gracias a ti y a tu hermana por tus gestiones.
Un beso,
jr

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Conversaciones con Woody (35). Comida en Casa José (Aranjuez).



- ¡Qué bonita es esta estación jr!
- ¿Te gusta?
- Mucho.
- ¿Estas cosas no las tenéis en New York?
- Sí, y mejores aún, la estación Gran Central es una preciosidad, ésta a su lado no es nada.
- Bueno, cuando veamos a Toni no le digas estas cosas, recuerda que él es de aquí.
- Vale.


- ¡Qué bonito el palacio!
- Sí, es precioso.
- ¿Y de quién es?
- Del rey.
- ¡Menudo casoplón!
- Esto si que no lo tenéis en New York.
- Pues te vuelves a equivocar jr,  el Metropolitan Museum of Arts es mucho más monumental.
- Woody, me resultas un tanto pueblerino, ¿es que todo lo vas a comparar con New York? Controla esos comentarios delante de Toni.
- Ok, tranquilo.

Restaurante Casa José de Aranjuez, calle Abastos nº 32.

- Éste es el restaurante, ¿te gusta?
- Parece muy modesto. Una casucha con encanto.
- Woody, es el mejor restaurante de Aranjuez.
- Pues a primera vista no lo parece.
- Espera a probar los platos.



- La verdad es que por dentro es más bonito, ¿y qué es lo que se come aquí?
- Espera y lo verás.
- ¿Hay hamburguesas?
- Sí, por supuesto..., ¿pero Woody te has vuelto loco? Esto es nouvelle couisine.
- No me asustes
- Ya verás como te va a gustar.
- Mira jr, ahí está Toni.



- No es Toni, es el cocinero.
- Pues se parece mucho, es igual que él.
- Venga vamos.
- ¿Por qué me mira tan fijamente?
- Te habrá conocido, no todos los días viene a comer Woody Allen supongo.
- Me quedo más tranquilo, pensé que tenían algo en contra de los judíos.
- Woody en España todos somos medio judíos, estate tranquilo, relájate.
- Ven, siéntate aquí, en esta mesa, pedí que nos la reservaran.




- ¿Y esto qué es?
- Productos típicos de la huerta de Aranjuez, nunca has probado nada igual.
- Pero yo nunca como verduras.
- Prueba y verás lo bueno que está, es delicioso.
- Uhm..., realmente exquisito, te felicito jr, me encanta este sitio.
- ¿Un poco de vino Woody?
- Sólo bebo Coca Cola.
- Woody por favor, prueba este Somontano.
- Uhm..., ¡que bueno!, no me pongas más no sea que me emborrache.




- ¿Y esto qué es jr?
- No lo sé, parece panceta.
- ¿Qué es panceta?
- Pues cerdo.
- Jr, eso sí que no lo como, soy judío, no puedo comer cerdo.
- Espera..., no es panceta, es un puding de vegetales crudité con salsa de chocolate.
- ¿Seguro?
- Seguro, tranquilo.
- Uhm..., de morirse, es todo exquisito, me encanta.
- Ya te lo dije.




- Y además es todo muy bonito, da pena comerlo, ¿qué es esto?
- Parece coliflor.
- Uhm..., sublime, se me ha ocurrido que si alguien montara un restaurante así en New York se haría multimillonario.
- Woody, si te parece luego damos un paseo por los jardines, te van a encantar, así bajamos la comida.
- Buena idea jr, además hace un día estupendo de primavera.




- ¡Qué belleza!
- Eran los jardines reales.
- Bellísimos, es el lugar más hermoso en que he estado jamás, parece el paraíso.




- Mira Woody, éste es el río Tajo.
- Jr, pero esto es una hermosura, yo me daría un chapuzón.
- No se puede, ven aquí, sigamos el paseo.







- Este efebo se parece a Toni, ¿verdad jr?
- Sí, tiene un aire.
- ¡Qué pena que Toni ya no trabaje en el restaurante!
- Le he estado llamando pero no contesta el móvil, luego, antes de irnos, lo volveré a intentar.




- ¿Nos vamos ya jr?
- Pues, sí, ahora va a llegar el próximo tren para Madrid.
- Y no hemos podido ver a Toni...
- No ha contestado el móvil.
- ¡Qué pena!, me hubiera gustado tanto verle...
- Y a mí...

(continuará)

el paseante

martes, 26 de noviembre de 2013

Estrellas.

Estrellas. José Ramón Carballo. Óleo sobre tabla. Septiembre 2013.

El cuadro de la semana. Marte, Venus y Cupido. Tiziano. 1530.


Otra vez Venus, segunda semana con Venus, la semana pasada Venus celebraba las nupcias entre Baco y Ariadna, otra que no hizo lo que se dice una buena boda, esta semana es Venus la que se empareja con Marte, dios de la guerra, la diosa de la belleza y el amor se empareja con el dios de la discordia, qué contradictorio, el resultado de esta unión será Cupido que vuela con su arco de flechas, Cupido te lanza una flecha, el famoso flechazo, y te enamoras, Cupido suma el amor y el combate heredado de sus padres, el enamoramiento tiene algo de contienda, con ataques y retiradas, con dulzuras y crueldades, con estrategias.
La escena es un tanto subida de tono, Marte parece que no pierde el tiempo precisamente, va al grano, no se anda con rodeos, es un tanto rijoso, será para relajarse entre batalla y batalla.
El hijo parece que sacó más de la madre que del padre y salió además un tanto volátil, rápidamente cambia de lugar volando, se va posando de un lugar para otro y va lanzando sus flechas a diestro y siniestro, en ocasiones es un tanto despistado, te lanza un flechazo, te enamoras, pero se despista y no le lanza la flecha también a la persona de la que te enamoras, con lo cual se produce un desequilibrio y un sufrimiento, por otro lado ese sufrimiento suele ser, pese a todo, fructífero, como resultado tenemos parte de la mejor poesía, literatura, arte en general, el desengaño amoroso es muy artístico, lo sé por propia experiencia, soy un desengañado nato y por tanto un artista en potencia nato.
Cupido, Cupido..., olvídate ya de mí para siempre te lo suplico...
Por cierto, al final Venus no es que supiera elegir muy bien su pareja, él debía de ser muy guerrero, ¿verdad?, ella tan amorosa, tan guapa, seguro que fue una unión muy desigual, cosas de los dioses que se parecían a los humanos, creían que todo lo podían.

el paseante

Soy vegetariano.




Ya, ya..., el verdadero jr..., ni yo mismo sé quién es ya...

Lo de la carne no fue ninguna decisión, ni me supone resistirme a la tentación, simplemente sucedió, no sé explicar la razón, no es algo que pueda comprender, fue como algo sobrevenido, imprevisto, como una revelación o un velo que cae y entonces súbitamente eres consciente de una realidad, la del sufrimiento, el sacrificio, una especie de canibalismo, estás devorando seres vivos muy próximos a ti en la cadena evolutiva, mamíferos, es como devorarte a ti mismo, una sensación rara, imposible de aceptar, se te cierra el estómago, es así de simple, paso en el supermercado y miro toda esa carne troceada y me aterra , veo cadáveres, soy incapaz de ingerir eso en cualquiera de sus formas, variantes, presentaciones, simplemente es así.

Hoy he comido de menú y de primero pedí acelgas, no me di cuenta que venían con lacón, se me olvidó pedir que lo quitaran, no he podido ni probarlo, le pedí disculpas a la camarera por el descuido porque ella creía que el plato estaba en mal estado o que no me gustaba.

Nunca fui de comer mucha carne, todo hay que decirlo, siempre preferí el pescado, las verduras, todo tipo de vegetales, los lácteos..., pero por tradición comía carne, a uno le habitúan desde niño, ahora tengo también la sensación de que asimilar la carne debe suponer toda una revolución en el metabolismo, el ser humano es en origen vegetariano y no carnívoro, el consumo de carne incita además a la violencia, eso está estudiado desde antiguo, a las legiones romanas cuando iban a entrar en batalla las daban doble ración de carne, mejor vísceras, porque supuestamente es donde reside el valor, en las vísceras, en concreto en el hígado.

Sabiduría popular que es cierta, los pueblos vegetarianos son más pacíficos desde siempre, la dieta influye en el comportamiento, y en la salud, está claro.

Te recomiendo no comer carne, tu organismo te lo agradecerá y acabará limpiándose.

No comer carne es un valor, un principio, una limpieza física y espiritual.

Nada más.

Un beso carnívora,

jr

También he ido a veces a un sanador espiritual.



También he ido a veces a un sanador espiritual, viene desde Asturias en contadas ocasiones en el año y recibe en un centro de espiritualidad que hay enfrente del Corte Inglés de Princesa.


Ésa es una experiencia diferente, tú no hablas nada, sólo habla él, además según le ves entras como en un trance, te dice cosas, más sobre tu estado de ánimo, tus sentimientos, tu destino en la vida y cosas por el estilo, todo en un plano más elevado, al final te hace una limpieza de chacras, en ese momento te pones en pie delante de él con los brazos en cruz, según lo haces se te cierran los ojos involuntariamente, te quedas totalmente en blanco y comienzas a ver un chorro de luz intenso que baja desde el cielo te entra por la cabeza, recorre todo tu cuerpo y sale por las plantas de los pies, como consecuencia de ese chorro de luz el cuerpo se te estira y curva hacia atrás pero sin que tú hagas nada, al cabo de un momento te dice que abras los ojos, si no lo hiciera te quedarías así toda la vida, es como estar en el paraíso.


Te da unos consejos finales, te abraza y te vas.


Cuando sales a la calle es como si no caminaras, como si flotaras, es una sensación extrañísima, y llevas en la cara una media sonrisa de felicidad.


Esa experiencia es única, te la recomiendo.


A mí me dice cosas muy interesantes, como que no me plantee las relaciones con los demás como si fuera un banco, dar para recibir, andar midiendo, me dice que mi misión, la mía propia, cada uno tiene una, es ayudar a los demás, que para eso vine al mundo y que cuanto más sea coherente con ella mejor me sentiré.


También detecta las malas energías y las limpia, al igual que Rafa me dijo que había tenido un mal de ojo y que ya no lo tenía y coincidieron al señalarme la época en la que lo tuve, muy curioso.


Yo creo que a ti te haría mucho bien ir, simplemente hay que meter un donativo en un sobre, y se lo das a la secretaria del centro, cada uno da lo que quiere.


Si quieres le digo a mi amiga que va siempre que viene que me avise y vas a verle, se llama Luis.


En ese centro de espiritualidad también tienen terapeutas, a eso no he ido, pero lo mismo en algún momento te interesa, eso son como terapias para el espíritu. Mi amiga sí ha ido y dice que funcionan muy bien.


Bss,

lunes, 25 de noviembre de 2013

La película de la semana. Querelle. Rainer W. Fassbinder. 1982.

Querelle – Fassbinder does Genet. (film review)

Lisa Thatcher

Writer

Posted on January 8, 2013

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“Objectivity is the partner of total power.”

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How does one value the quality of a film? If film is art, then like all art, it’s value can’t necessarily be measured in as pure quantifiable logic but must be felt. And yet those “feelings” need to be of a certain quality. It needs to challenge, have you see things you didn’t know where there before, offer alternate views and inspire other thinking artists to create. For these reasons Querelle is another Fassbinder masterpiece. I haven’t read the Genet novel, however it will be an interesting journey given the obviously great efforts Fassbinder has gone to in order to offer an interpretation of the novel.
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Much of the film reminded me of Dogville and Manderlay by Lars Von Trier, who was a great Fassbinder fan and no doubt had to have been influenced by Querelle. Filming of Querelle takes place on an artificial stage giving the film the look a play throughout – or rather an opera as Fassbider was obsessed with at the time. This is theatre in many ways, rather than film, and at its heart it’s a horrific grand drama. Fassbinder died just after editing, and its unsure if it was an accidental overdose or a deliberate one. In so many ways Querelle is his opus, it represents the culmination of a lifetime of work as well as a distinct turn into new territory.
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The plot is as follows (taken from Jim’s reviews):
Querelle is the tale of a beautiful, proud and hard-as-nails loner, the sailor Querelle (Brad Davis, Midnight Express – this is one of Fassbinder’s few films shot in English), whose commanding officer, Lieutenant Seblon (Franco Nero, Camelot), is obsessed with him. Querelle turns on his drug-smuggling partner and murders him. He goes to a notorious brothel run by the rapacious Lysiane (Jeanne Moreau, Jules and Jim), who leads him into his first homosexual encounter, with her husband Nono (Günther Kaufmann). Lysiane is madly in love with Querelle, but takes his brother Robert (Hanno Pöschl) as a substitute. Robert and Querelle have an incestuous relationship, which they try to hide. Later, Querelle falls in love with a fellow murderer, Gil, who bears an uncanny resemblance to his brother (both Robert and Gil are played by Hanno Pöschl). Gil is having an affair with an angelic young man named Roger (Laurent Male). Querelle’s increasing passion for Gil, the first man he has loved, panics him, so he betrays him to the police. But by now Querelle has become vulnerable, and he at last allows himself to submit to Seblon.
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Querelle’s characters are perverse, the palate and composition extreme, the emotion wildly intense. This is a violent film filled with graphic sex and long operatic style dialogue about love and death and betrayal. It’s an adaptation of Genets book, rather than an obedient interpretation. The closing caption in a film frequently dotted with captions, is purely about Jean Genet and is reverential, almost using hushed tones. Fassbinder has altered some of the last names of certain characters to further the homage played.  We have Theo Celine, Roger Bataille and Vic Rivette added to the cast of thanks Fassbinder wanted to make with this film. Genet’s book is a surreal daring piece of dream fever that Fassbinder captures in the chintzy lighting and the freakish sets  - the fort where most of the action is set boasts ten-foot granite dildos as its imposing image of defence. Imposed also is a kind of Greek chorus of voice-overs that compete for narrative space. These are sometimes quotes taken from Genet, or Plutarch – as with Genet’s novel, nothing is as it appears on the surface. Each different narration style implies an internal, external and heavenly voice-over for our own lives, the implication being we are all on a stage, acting out our individual dramas.
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The overcrowded stage gives a claustrophobic feeling of complete control being exerted over a façade leading to total chaos. It’s an unsettling visual mix Fassbinder creates by retaining total control over the making of the film himself. Self-restraint, self-respect, any sane forms of human interaction have all been jettisoned in favour of the nightmarish quality of human abandon. Where Fassbinder didn’t hold back in the past with his judgement, one of the things that marks this film as such an important turning point is that Fassbinder offers us the ugliest aspect of humanity warts and all, and leaves it to the subconscious to fill in the judgemental blanks. It works of course, but it is a desperate shame this is the only film we get to see his talents at work this way. Most of all, Querelle is Fassbinder open and bleeding in partnership with Genet. He is plumbing the depths of Genets mind here and allowing for his own vulnerability. The result is an intense and shocking film.  A masterpiece indeed.
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Ayer vi un ser superior como yo en el metro.



Ayer vi un ser superior como yo en el metro, por supuesto no era el de la foto, un ser superior nunca se quedaría dormido en el metro, seguramente ni siquiera se sentaría nunca.

Enseguida nos reconocimos, tuvimos lo que se llama un reconocimiento mutuo, alto, erguido, fuerte, sus rasgos transmitían equilibrio, medida, energía, conocimiento, bondad, viril y bello parecía una estatua griega, un héroe, con su tersa piel pálida y rosa como el mármol, como un ángel me recordaba a mí en mi juventud, bastó un intercambio de miradas, la mutua comprensión fue inmediata, tan diferentes al resto, tan elevados parecíamos levitar, la transmisión de pensamientos fue instantánea, la tarea ciclópea que nos ha sido encomendada, servir de guía, de ejemplo, de faro, modelo para los demás que aunque no lleguen a comprendernos totalmente nunca contemplarán en nosotros otra dimensión de la vida, la de una existencia superior.

Apenas volví la vista un instante y cuando volví a mirar ya no estaba, había desaparecido como si se tratara de mi propia imagen proyectada.

el paseante

Yo no soy bruja (6).




No estaría mal ser algo de bruja, sobre todo para no tener que gastar tanto en un coche, y poder andar en una escoba. Además se economizaría en ropa, ya que el atuendo no cambiaría más allá de la toga negra y la capucha empinada. Quizás las botas deban cambiarse para evitar el olor en los pies, tema este que es muy importante para mí, ya que si algún mal olor no soporto, es justamente el de los pies.
Si tendría que elegir ser bruja, pondría como condición, poder cambiarme de botas todos los días.
Nos han pedido que recemos para que maridos vuelvan, para que esposos dejen a sus amantes, para que hijos aprueben materias (que a veces ni han estudiado), para que se curen algunas enfermedades, para que se calmen los ánimos de alguien enojado, por la exterminación de jefes molestos y fastidiosos, y también para que le caiga un piano en la cabeza a algún sujeto, con la plena convicción que se lo merecía.
Nosotras nos concentramos en lo que debe ser: rezamos para que la gente tenga Fé, Esperanza y Caridad, que con eso sólo se resolverían todos los problemas que nos plantean sin tener que requerir solución a nosotras.
Una vez un amigo sumido en la desesperación me pidió que dedicara varios “aquelarres” para sacarse a su jefe de encima. Para colmo se trataba de una mujer que lo sometía psicológicamente. Los rezos se fueron de cauce, y la jefa se terminó yendo, pero mi amigo también perdió su trabajo.
Es difícil decir no a un pedido de ayuda, pero más difícil es aceptar y que las cosas salgan mal. En ese punto, el peticionante “mata al mensajero”, siguiendo las viejas tradiciones. Ahora, y si todo sale bien, tampoco crean que el que pidió agradece la oración, sino, y por el contrario, te convierte automáticamente en una bruja.
Con mis amigas hemos pensado en no aceptar más peticiones, porque cada vez está más dura la corteza que separa el pedido del resultado. Y si no logramos el objetivo, las cosas se ponen de mal en peor, y luego nos lo imputan a nosotras.
Yo pienso que uno pide algo a alguien, porque supone que esa persona lo puede hacer, y en el caso concreto, es considerada como superior. Suena como a algo mafioso: los peticionantes lo llaman “trabajitos” y simplemente son oraciones comunitarias. Es gracioso escuchar que la gente nos pida que purguemos algún mal que le está pasando, como si fuera que nosotras portaríamos un laxante mágico, que al aplicarlo, solucionaría todos los problemas.
Para bien o para mal, muchos “trabajitos” tuvieron mucho éxito. Las cosas salieron bien, pero por la Obra Divina. Dios sabe lo que necesitamos y eso nos dá. No hay que pedirle nada, sólo reconocerle su Gloria e infinita Misericordia.
Los favorcitos terrenales son prosperidades pasajeras, que si de casualidad surgen cuando nosotras rezamos, es más porque el destinatario lo merecía y Dios se lo reconoce, que porque nosotras intercedimos para que le llegara la buenaventura.

(continuará) 

Bety

domingo, 24 de noviembre de 2013

Decíamos ayer. Julio 2012 (2). Casa rural el paseante y otras historias.

jueves, 12 de julio de 2012


La lectura del fin de semana. El guardián entre el centeno. J.D. Salinger. 1951.

Hay una cierta opinión generalizada de que se trata de una obra sobrevalorada, mis padres, por ejemplo son de esa opinión, es más, después de leer el libro me lo regalaron y me dijeron que no dejara de comentarles qué me parecía cuando lo leyera.
Tardé en leerlo y ellos me preguntaban de vez en cuando, estaban intrigados.
Al final lo leí y les dije que me parecía magnífico, a ellos no les había gustado.
Y es que para que te guste un libro así hay que estar un poco loco, como yo, ver la vida desde el otro lado, ser un outsider total.
Para mí es una obra maestra.
Única obra que escribió su autor, y que le catapultó a la gloria literaria para la eternidad.
Me encantan estos autores famosos y reverenciados, de culto, con una sola obra.
Con qué poco esfuerzo entran en la inmortalidad.
Pero claro, el genio, el verdadero arte es así, surge de manera espontánea, imprevisible, natural, fácil, y ahí queda para siempre.
Esta novelita es la historia de un crápula, antecedente se los disparates sexuales del gran Bukowski del que hablaremos próximamente.
Road movie urbana, parece como salida de la factoría Warhol, pura desestructuración, sorpresa, ambigüedad, inconsciencia, absurdo...
Como la vida misma, imposible no identificarse con el protagonista, todos somos el protagonista y nunca seremos ni más ni menos que el protagonista de esta historia por mucho que nos esforcemos en no serlo, y ya es bastante ser simplemente así...
el paseante


Hasta mañana.

Hasta mañana y no os olvidéis protegeros del sol!!!!!!!!!

Audrey

La réplica de la sombra a la venganza.



Bueno, Jota, veo que hablas de justicia y venganza como si fueran la misma cosa, pero, aunque pueden parecerse, yo creo que hay un matiz importante que las distingue. La justicia le da al culpable la posibilidad de reparar el daño cometido, o de compensarlo de alguna manera, mientras que la venganza sólo busca su humillación. Además, ya sabes lo que pasa con eso del “ojo por ojo” ¿no?, pues que “el mundo se quedará ciego”. Y yo creo que es verdad, que no consigues que la otra persona escarmiente por el mero hecho de hacerle lo mismo que te hizo ella; tan sólo prolongas el círculo vicioso de la venganza. Porque ¿con qué intención jugarías con la amada que previamente ha jugado contigo? ¿para demostrarle que no se debe jugar con los sentimientos?. Pues, sinceramente, no creo que hacer aquello que estás condenando sea el mejor ejemplo a seguir, porque desde el momento en que te pones a la altura de quien te ha dañado, pierdes la autoridad moral para reprenderle.
         Pero entiendo tu postura, Jota, porque eres apasionado. Y me parece bien que también seas justiciero, sin embargo, creo que buscar venganza es cruzar una línea peligrosa. No sé, tal vez, como tú dices, soy demasiado racional, aunque para eso estoy ¿no?, para controlar esos arrebatos que tienes y llevarte por el buen camino.
 Por cierto, la semana que viene me voy de vacaciones. Te abandono por unos días para disfrutar de la compañía de mi amiga la sombra de la sombrilla, ¡¡es tan refrescante y veraniega !!. Pero no te preocupes, que luego volveré para ser tuya de nuevo. Mientras tanto espero que no te vayas con otras sombras ¿eh?, porque a lo mejor me entran celos y me da por vengarme…
La sombra del paseante


Anochecer (poema).

Anochecer

Eternidad
Amor
Rosada aurora
Celeste cielo
Lejana nube
Imperturbable estrella
Elevada cima
Umbrío valle
Inmensidad serena
Plácido anochecer
Suave murmullo
Solemne cuco
Canto de un pájaro
Hipérbole de amor
Puro infinito
Cae la noche
Te abrazo
Me duermo y sueño
Lento regreso hacia ti

José Ramón Carballo
11 de julio de 2012

miércoles, 11 de julio de 2012


Yo te adoro...


Adoro la calle en que nos vimos,
La noche cuando nos conocimos,
Adoro las cosas que me dices,
Nuestros ratos felices
Los adoro, vida mía.

Adoro la forma en que sonríes,
El modo en que a veces me riñes,
Adoro la seda de tus manos,
Los besos que nos damos,
Los adoro, vida mía.

Y me muero por tenerte junto a mí,
Cerca de mí, muy cerca de mí,
No separarme de ti;

Y es que eres mi existencia, mi sentir,
Eres mi luna, eres mi sol,
Eres mi noche de amor.

Y me muero por tenerte junto a mí,
Cerca de mí, muy cerca de mí,
No separarme de ti;

Y es que eres mi existencia, mi sentir,
Eres mi luna, eres mi sol,
Eres mi noche, noche de amor.

Adoro el brillo de tus ojos,
Lo dulce que hay en tus labios rojos,
Adoro la forma en que suspiras
Y hasta cuando caminas
Yo te adoro vida mía;
Yo te adoro, vida mía
Yo, yo, yo te adoro
Vida mía.
Armando Manzanero

Bésame...


Bésame, bésame mucho
como si fuera esta noche
la última vez

Bésame, bésame mucho
que tengo miedo perderte,
perderte después.

Quiero tenerte muy cerca
mirarme en tus ojos
estar junto a ti.

Piensa que tal vez mañana
yo estaré muy lejos
muy lejos de aquí.

Bésame, bésame mucho
como si fuera esta noche
la última vez

Bésame,
bésame mucho
que tengo miedo perderte,
perderte después.

Lucho Gatica

I hear you call my name...

 
Life is a mystery, everyone must stand alone
I hear you call my name
And it feels like home

[Chorus:]
When you call my name it's like a little prayer
I'm down on my knees, I wanna take you there
In the midnight hour I can feel your power
Just like a prayer you know I'll take you there

I hear your voice, it's like an angel sighing
I have no choice, I hear your voice
Feels like flying
I close my eyes, Oh God I think I'm falling
Out of the sky, I close my eyes
Heaven help me


[Chorus x2]

Life is a mystery, everyone must stand alone
I hear you call my name
And it feels like...

[Chorus x2 (with Choir)]
(Just like a prayer, I'll take you there
It's like a dream to me)


Madonna


La foto de la semana. Madrid con los mineros.

Foto anónima enviada por mi amiga Emma.


Respuesta a la venganza.


 
Sombreada sombra, te entiendo, te comprendo, pero no te puedo dar la razón, en tu ausencia de sentimiento, de pasión, de ardor, creo que llevas la razón, “tu razón”, igual que yo, puro fuego, pasión, y sentimiento, tengo mi razón, ya lo verás, te lo voy a explicar:
Dice August Strindberg en su obra Los acreedores que cuando nos vengamos es nuestro propio corazón el que se desangra.
Debí escuchar la frase en un Estudio Uno de mi adolescencia, yo devoraba esas obras de teatro que ponían en la tele de Franco, interpretadas por lo más granado de nuestros mejores actores y dirigidas magistralmente aún con pocos medios.
Fue en ese momento, hace unos 35 años más o menos, cuando oí la frase, y me pareció una sentencia a recordar, y prueba de ello es que me ha venido a la memoria ahora al tratar el tema, igual que me viene a la memoria cada vez que me vengo de alguien.
Y es que tengo que reconocerte, sombra, que soy muy vengativo, o tal vez mejor decir muy justiciero, creo que el que la hace debe pagarla como escarmiento para que no vuelva a perjudicar a nadie más con su conducta, que aprenda la lección, y para que la aprenda hay que enseñársela.
La última venganza que he cometido ha sido hace apenas unas horas, imagina, está aún calentita, reciente, como la empañadilla de bonito que me acabo de comer.
Te puedo decir sombra que no me quita el hambre la venganza, más bien me abre el apetito.
Después de 35 años ha llovido mucho sobre mi vida, la frase la recuerdo aún y tal vez sea inclusive cierta, pero yo no creo en ella.
Y es que yo me vengo como resarcimiento, reequilibrio, con afán de escarmiento, de justicia, por el dolor que siento con el agravio, bien sea propio o ajeno, es más, llevo mucho peor el agravio y la injusticia con los otros que conmigo mismo.
Y en el amor soy más vengativo aún si cabe, porque jugar interesadamente con los sentimientos, la ilusión, y la entrega de otra persona me parece de lo más abyecto y repudiable que pueda hacerse en el juego diario de las relaciones interpersonales.
Me sonrío, sí, me sonrío, tal vez algún día te cuente alguna de mis más sonadas venganzas, son dignas de un gran estratega, me encanta que el objeto-sujeto de mi venganza sea quién caiga por sí mismo víctima de su propio juego, que sea él quién se meta por sí mismo en la trama por mi urdida y sea autor involuntario de su propio escarmiento.
Y al final sea consciente de todo esto.
Porque de lo que más se aprende y escarmienta es del error en el que uno ha caído por sí mismo, de la propia experiencia, del propio coscorrón, o bofetada.
Me sonrío sombra, bueno, tal vez algún día te cuente más, pero necesitamos tener más confianza, aún es pronto...
Por último te diré que cuanto más compasivo es uno, más justiciero es, y, por tanto, más vengativo...
Compasivo con el agraviado, sea uno mismo u otro, justiciero y vengativo con el agresor. 
Dar a probar a cada uno de su propia medicina, creo más en esta frase que en la de Strindberg.


Besos sombreada sombra,


el paseante justiciero a su sombra

La venganza según la sombra.



LA VENGANZA
La venganza…¡vaya nombrecito! ¿eh, Jota?. ¡Qué fuerte!. La verdad es que infunde un poco de miedo ¿no?. Tal vez es por la “z” que nos recuerda al “Zorro” y a su espada vengadora, no sé. El caso es que ese nombre tan rimbombante, tan sonoro y amenazador me parece una farsa, porque promete algo que no da. Me explico. Supongamos que estás despechado porque tu amada te ha dejado (pongo este ejemplo porque como hemos estado tratando del amor creo que viene al caso, pero se podría aplicar en cualquier ámbito). Bien. Quieres a toda costa vengarte de ella, hacerla sufrir el mismo martirio que ella te está infligiendo con su ausencia. Urdes un plan en tu mente para atraerla de nuevo con la única intención de rechazarla y así saborear las mieles de la venganza. Muy bien. Lo que pasa es si te vengas cuando todavía sientes algo por ella, aunque sólo sea odio, es inútil, porque ella lo notará. Descubrirá que en ese caso la venganza es un mero disfraz que encubre un sentimiento. Y mientras sientas algo –incluso el mismo deseo de venganza- serás vulnerable y estarás de nuevo a su merced. Sabrá que todavía te tiene en sus garras.
La venganza sólo funciona cuando nace de la indiferencia, cuando realmente ya no te importa la otra persona. Entonces sí que surte efecto y puedes conseguir el objetivo de ver a tu amada de nuevo a tus pies. Porque la indiferencia es la ausencia de sentimiento, y no hay nada que irrite más a la persona que un día tuvo poder sobre ti, que darse cuenta de que ya no lo tiene. Pero si ella ya te da igual, también te dará igual que sufra o deje de sufrir ¿no?. Y si te da igual, entonces ya no disfrutarás de la venganza; curiosamente, ni siquiera tendrás interés en vengarte. Por eso digo que nos engaña. Nos hace creer que el castigo a la otra persona resarcirá lo que hemos sufrido, pero lo único que obtenemos es vacío, porque cuando finalmente podemos vengarnos, en realidad ya no nos importa…
La sombra del paseante.

La libertad según Krishnamurti.

La Libertad [31/03/2008]
A MENOS que la mente esté absolutamente libre del temor, toda clase de acción engendra más perjuicio, más desdicha, más confusión.»
Decíamos cuán importante es que se realice un cambio fundamental en la psique humana, y que este cambio puede surgir únicamente si hay completa libertad. Esa palabra, “libertad”, es muy peligrosa a menos que comprendamos su sentido cabal y absoluto, tenemos que aprender todas las implicaciones de esa palabra, y no sólo su significado según el diccionario. La mayoría de nosotros la usamos conforme a nuestra particular tendencia, o capricho, o políticamente. No vamos a usar esa palabra en un sentido político o circunstancial; más bien penetraremos en su significado interno y psicológico. Pero antes tenemos que comprender el significado de la palabra “aprender”. Como dijimos el otro día, vamos a comunicarnos todos –lo cual significa participar, compartir juntos–, y el aprender forma parte de ello. Ustedes no van a aprender del que les habla, sino que aprenderán observando, utilizando al que les habla como un espejo para observar el movimiento de su propio pensamiento, del propio sentir, de la psique, de la propia psicología. No hay autoridad alguna en que quien les habla tenga que sentarse en una tarima por motivos prácticos; esa posición no le confiere ninguna autoridad. Podemos, pues, descartar eso por completo y considerar la cuestión del aprender, pero no aprender de otro, sino valerse del que les habla para aprender acerca de uno mismo. Ustedes están aprendiendo al observar su propia psique, su propio ego, lo que sea. Para aprender tiene que haber libertad, un gran interés, y tiene que haber intensidad, pasión y urgencia. No podrán aprender si les falta pasión o energía para investigar. Si existe cualquier clase de prejuicio, cualquier predisposición de agrado o desagrado, de condenación, no es posible aprender, porque entonces uno tan sólo distorsiona lo que observa.
La palabra disciplina implica aprender de una persona que sabe; se supone que usted no sabe y, por lo tanto, aprende de otro. Eso está implícito en lo que llamamos “disciplina”. Pero cuando aquí usamos esa palabra, no indicamos cómo aprender de otro, sino cómo observarse uno mismo. Esto último requiere una disciplina que no es represión, imitación, o conformidad, ni siquiera ajuste, sino realmente observación. Esa misma observación es un acto de disciplina. Ese mismo acto de aprender es su propia disciplina, en el sentido de que hay que prestar mucha atención, y se requiere gran energía, intensidad y acción instantánea.
Vamos a hablar sobre el temor, y al examinar el asunto tenemos que considerar muchas cosas, porque el temor es un problema muy complejo. A menos que la mente esté absolutamente libre del temor, toda acción engendra más perjuicio, más desdicha, más confusión. De manera que vamos a investigar juntos sobre las repercusiones del temor y si es posible estar completamente libres de él: no mañana, no en alguna fecha futura, sino que al abandonar este recinto, deje de existir para ustedes la carga, la oscuridad, la desdicha y la corrupción del temor.
A fin de comprender esto debemos examinar también la idea que tenemos de lo gradual, es decir, la idea de irnos deshaciendo gradualmente del miedo. No existe la posibilidad de deshacerse del miedo de forma gradual. O está uno completamente libre de él, o no lo está; no existe lo gradual, que implica tiempo; no sólo tiempo en el sentido cronológico de la palabra, sino también en el sentido psicológico. El tiempo es la esencia misma del temor, según señalaremos luego. Por lo tanto, para comprender y estar libre del temor y del condicionamiento en que se nos ha educado, la idea de hacerlo lenta, eventualmente, tiene que terminar por completo. Ésa va a ser nuestra primera dificultad.
Si se me permite señalarlo otra vez, esto no es una conferencia, es más bien el caso de dos personas amigas y afectuosas que inquieren juntas sobre un problema muy difícil. El hombre ha vivido con temor, lo ha aceptado como parte de su vida, y estamos indagando sobre la posibilidad, o más bien la “imposibilidad”, de acabar con él. Ustedes saben que lo que es posible ya está hecho, ya ha terminado; ¿no es así? Si es posible podemos hacerlo. Pero lo que es imposible se torna posible únicamente cuando comprendemos que no hay mañana en absoluto; hablando desde el punto de vista psicológico. Nos enfrentamos al extraordinario problema del temor, del cual el hombre nunca ha podido deshacerse por completo. Nunca ha podido deshacerse de él, no sólo físicamente, sino también interna o psicológicamente; siempre ha escapado de él mediante formas de entretenimiento, bien sean religiosas o de otra índole. Y esos escapes han constituido una evasión de “lo que es”. Nos preocupa, pues, la “imposibilidad” de estar completamente libres del temor; por tanto, lo que es “imposible” se torna posible.
¿Qué es el temor realmente? Los temores físicos pueden ser comprendidos de manera relativamente fácil, pero los temores psicológicos son mucho más complejos, y a fin de comprenderlos tiene que haber libertad para inquirir, no para formar opinión, ni para indagar dialécticamente en la posibilidad de terminar con el temor. Pero examinemos primero la cuestión de los temores físicos, los que naturalmente afectan a la psique. Cuando nos encontramos con un peligro de cualquier clase, surge instantáneamente una respuesta física. ¿Es eso temor?
(Ustedes no están aprendiendo de mí; todos estamos aprendiendo juntos; y, desde luego, deben prestar gran atención porque no está bien que vengamos a una reunión de esta clase para regresar con alguna serie de ideas o creencias; eso no libera a la mente del temor. Pero lo que sí libera a la mente del temor de manera completa y absoluta es comprenderlo totalmente ahora, no mañana. Es como ver algo de una manera total y completa; y lo que ustedes ven lo comprenden. Entonces es de ustedes y de nadie más.)
Existe, pues, el temor físico, como mirar un precipicio o encontrarse con un animal salvaje. ¿Es temor físico la respuesta a ese peligro, o es inteligencia? Nos encontramos con una serpiente y respondemos de inmediato. Esa respuesta es el condicionamiento pasado que dice: «ten cuidado», y la reacción psicosomática es inmediata, aunque condicionada; es el resultado del pasado porque a usted le habían dicho que el animal era peligroso. Al afrontar un peligro físico, ¿hay temor? ¿O es la respuesta de la inteligencia a la necesidad de autoconservación? Existe también el miedo a experimentar un dolor físico o enfermedad que se ha tenido previamente. ¿Qué ocurre en este caso? ¿Es eso inteligencia? ¿O es una acción del  pensamiento, que es la respuesta de la memoria, temerosa de que el dolor sufrido en el pasado pueda repetirse? ¿Está claro el hecho de que el pensamiento produce temor? Existen además diversas formas de temores psicológicos: miedo a la muerte, miedo a la sociedad, miedo a no ser respetable, miedo a lo que la gente pueda decir, miedo a la oscuridad, etcétera. Antes de examinar la cuestión de los temores psicológicos, tenemos que comprender algo muy claramente: no estamos analizando. El análisis no tiene ninguna relación con la observación, con el ver. En el análisis siempre están el analizador y lo analizado. El analizador es un fragmento de los muchos otros fragmentos de que estamos compuestos. Un fragmento asume la autoridad del analizador y comienza a analizar. Ahora bien, ¿qué está involucrado en todo eso? El analizador es el censor, la entidad que se arroga la autoridad con el fin de analizar porque supone tener conocimiento para ello. A menos que él analice completamente, fielmente, sin distorsión alguna, su análisis no tiene valor en absoluto. Comprendan esto con toda claridad, por favor, porque el que les habla no sustenta la necesidad de análisis alguno, en tiempo alguno, cualquiera que sea. Esto es más bien una píldora amarga difícil de tragar, porque la mayoría de ustedes han sido analizados o van a ser analizados, o han estudiado lo que es el análisis. El análisis implica no sólo un analizador separado de lo analizado, sino que también implica tiempo. Tenemos que analizar gradualmente, parte por parte, toda la serie de fragmentos de que estamos constituidos, y eso requiere años. Y cuando analizamos, la mente tiene que estar absolutamente lúcida y libre.
Por tanto, hay varias cosas involucradas: el analizador, un fragmento que se separa él mismo de otros fragmentos y dice: «Voy a analizar»; también existe el tiempo, día tras día mirando, criticando, condenando, juzgando, evaluando, recordando. Asimismo está involucrado en ello todo el drama de los sueños; nunca nos preguntamos si hay necesidad alguna de soñar, aun cuando todos los psicólogos dicen que tenemos que soñar, porque de lo contrario nos volveríamos locos. ¿Quién es, pues, el analizador? Es parte de uno mismo, parte de nuestra mente, que va a examinar las otras partes; es el resultado de experiencias pasadas, de conocimientos del pasado, de evaluaciones pasadas; es el centro desde el cual va a examinar. ¿Tiene ese centro alguna realidad, alguna validez? Todos nosotros actuamos desde un centro, el cual es un centro de miedo, ansiedad, codicia, placer, desesperación, esperanza, dependencia, ambición, comparación; desde ese centro pensamos y actuamos. Esto no es una suposición, ni una teoría, sino un hecho incuestionable y observable en la vida diaria. En este centro hay muchos fragmentos, y uno de los fragmentos se convierte en el analizador; lo cual es absurdo, ya que el analizador es lo analizado. Tienen que comprender esto, porque de lo contrario no podrán seguir adelante cuando penetremos más profundamente en la cuestión del temor. Deben comprenderlo completamente, pues cuando abandonen este recinto tendrán que estar libres del miedo, de manera que puedan vivir, disfrutar y mirar el mundo con ojos diferentes; de manera que sus relaciones no vuelvan a llevar el peso del miedo, de los celos, de la desesperación; y así se convertirán en seres humanos, no en animales violentos y destructivos.
El analizador es, pues, lo analizado, y en la separación entre el analizador y lo analizado está todo el proceso del conflicto. Y el análisis implica tiempo; cuando lo haya analizado todo, uno está listo para la tumba y, mientras tanto, no ha vivido en absoluto. (Risas.) No, no se rían; esto no es una diversión, sino algo terriblemente serio. Tan sólo la persona formal, seria, sabe lo que es la vida, lo que es vivir; no el hombre que busca diversión. Esto requiere una investigación seria y apasionada. La mente debe estar completamente libre de la idea del análisis, porque éste no tiene sentido. Han de ver esto, no porque lo dice el que les habla, sino porque vean la verdad de todo el proceso del análisis. Esa verdad traerá la comprensión; la verdad es comprensión… de la falsedad del análisis. Así cuando uno ve lo que es falso, puede descartarlo por completo. Sólo cuando no lo vemos es cuando estamos confusos.
Krishnamurti

La foto del verano (2). El paseante con gorra+Reflexión.

He salido un poco serio, ¿verdad?, bueno, pero no es nada contra vosotros, palabra, es que seguramente estaba un poco cabreado, no recuerdo bien por qué, tal vez hacía mucho calor, me estaba quemando el sol, tenía hambre, o alguna pena de amor, no lo recuerdo, tal vez se tratara de un dolor del alma, de un dolor metafísico, existencial, un malestar del espíritu un tanto inconcreto.
Pero nada contra vosotros, palabra, es que a veces me enfado conmigo mismo.
Ya se sabe, si estás con tu pareja discutes, y si estás solo discutes contigo mismo, o sea, te deprimes.

La gorra estupenda, ¿verdad?, es la gorra modelo paseante verano 2012, para que al pasear no te de una insolación, ahora el sol pega muy fuerte, es un modelo de gorra de aire militar como la que me dieron en la mili.
Parezco Pichi.
"Pichi, es el chulo que castiga, del Portillo a la Arganzuela..."
Bueno, pues lo dicho, que soy un castigador...

el paseante



El Palacio de Maudes.

Trabajar en un edificio tan singular resulta ser una experiencia curiosa, sugerente, algo novelesca, uno imagina historias que tuvieron lugar entre estos muros, se siente como en el escenario de una novela de Dickens, de Galdós, de Baroja tal vez.
Cada detalle, perspectiva, efecto de la luz, cada rincón, escalera, tragaluz, vidriera, azulejo, bóveda, arco, pasadizo, cada rosa del jardín, cada árbol, los muros de piedra, los torreones, las balconadas, los ascensores de cristal, las escaleras de caracol, los inmensos techos, todo invita al vuelo de la imaginación.
Uno despega de la realidad metiéndose dentro de un edificio como éste, de repente piensa si lo que hay fuera no será sino una ficción, una imaginación, algo realmente inexistente, dentro del edificio está el alma universal de la vida, la esencia que no cambia, y eso tranquiliza, es como un bálsamo de quietud que fluye en el agua que lentamente se desborda sobre la pila de la fuente, enviando sus destellos de luz azul a todo el edificio por entre sus acristalados corredores, haciendo que brille como si de un sueño se tratara, de una alucinación diurna, uno se queda en blanco aquí dentro, príncipe de un mundo ya desaparecido.
Rey de un reino que se hundió definitivamente.

el paseante

martes, 10 de julio de 2012


Paisaje de mi pueblo.

Paisaje de mi pueblo. José Ramón Carballo. Óleo sobre lienzo. 2011.


El cuadro de la semana. Room in New York. Edward Hooper.

Tampoco estos dos parece que se entiendan muy bien, se nota falta de comunicación, cada uno a lo suyo, él absorto en su periódico y ella pulsando aburrida las teclas de piano, si el cuadro se hubiera pintado hoy en día seguramente él tendría el ipad entre las manos y ella estaría tecleando en el ordenador.
Es lo mismo, la historia de siempre, el tiempo pasa pero sigue sucediendo hoy lo mismo que sucedía ayer y que sucederá mañana,
La monotonía, la maldita monotonía.
Y esa puerta tan cerrada que hay detrás, que por no tener no tiene ni bisagras ni picaporte, es otra de esas puertas trampa de Hopper, falsas puertas que no conducen a ningún lugar, que no permiten irse a ninguna parte, ni escapar.
Contradictorio el tono rojo del cuadro con la escena, ¿existirá aún la pasión entre estos dos?, parece difícil.
Lo que sí que es muy amplio es la ventana, más amplia que la habitación, parece indicarnos una ventana tan amplia y tan abierta que podemos tirarnos por ella en cualquier momento, como último recurso nos queda el suicidio.
¿Y después del suicidio?
Vuelta a empezar y más monotonía.
Me pregunto si se quisieron alguna vez, si alguna vez fueron felices, si tendrán hijos, de qué hablarán cuando hablen, si es que llegan a hablar en algún momento, que sentirán aparte de monotonía, y si tienen algún plan de futuro para sus vidas aparte de seguir vegetando.
Vegetar, lástima, ser humano y acabar siendo un vegetal.
Como la planta de mi despacho.
¡Qué triste!
De todas maneras lo vengo diciendo, dentro de un cuadro de Hopper no se puede ser feliz nunca, salir de ahí cuanto antes, seguramente dentro de un cuadro de otro pintor vuestro matrimonio funcionaría mejor, recuperaríais la pasión, en interés por el otro, el deseo, conversaríais, seríais felices.
Os recomiendo iros a un cuadro de Matisse, quizás vuestros contornos serían más imprecisos, los colores más estridentes, el mundo no sería tan simétrico, tan lógico, tan predecible, pero habría otra alegría, otra magia, otro optimismo, otra sensualidad.
Necesitáis algo de locura.
Cualquier interior de Matisse antes que esta penuria existencial a la que estáis abocados con Hopper.
Y nada de una habitación en Nueva York para pasar vuestras vidas, de meteros en alguna habitación meteros en una de París o de un hotel de la Costa Azul.
Sin dudarlo, ir a la agencia de viajes más cercana y sacar un billete para Matisse.
El matrimonio con Hopper es un infierno.
Está comprobado.

el paseante

La planta de mi despacho se quiere despedir de vosotros.


Hasta mañana!!!!!!!!!!!

La planta del despacho de el paseante

Historia de una casa...

El domingo pasado en la sobremesa, tomándome un café y fumándome un habano, bueno, y bebiéndome un licorcito, mejor dicho dos, primero uno de dátiles y luego otro de cantueso, me dio por pensar...
Mal asunto, no, no, bueno, en este caso fue para bien, había un silencio celestial que caía sobre la casa como una suave caricia de amor protectora, se oía tan solo el silbido de las golondrinas que veloces surcaban el aire y el melodioso canto de los variados pajarillos que poblaban alegres las ramas de los árboles, el aire tan puro entraba por las ventanas y te abría los pulmones a sus deliciosos aromas, cargados de esencias de lavanda, tomillo, romero, manzanilla, y el olor de los lejanos campos de trigo que cuando el sol está en su zénit surge, se eleva, se extiende, como si fuera un olor a pan tierno recién salido del horno de la tahona.
Miré por la ventana que tenía enfrente, ahí seguía, sí, como desde hace cuatro siglos ahí seguía el campanario de la iglesia, detrás el cielo me daba una idea imprecisa de Dios, de un Dios que me miraba y me sonreía, protegiéndome y poniendo en mi alma toda la tranquilidad, la paz y el amor que sólo él sabe poner en mí siempre cuando estoy atento a él.
El pueblo en aquel preciso momento estaba perfectamente tranquilo y en paz bajo la mirada protectora de Dios, como dormido en sus brazos, iluminado por su luz, protegido por su sonrisa.
Y en este momento místico, mágico, sobrecogedor, me di cuenta de quién era yo de verdad, fue una revelación, mi esencia, mi identidad última, todo mi ser, pasado, presente, futuro, eterno, se pusieron delante de mi pensamiento para que pudiera contemplarlo con los ojos del alma, no sabría explicar lo que vi, como me vi, pero me vi desde el alma universal y esa sensación quedó en mí reflejada, grabada, eternizada en ese momento mágico, hechizo de un equilibrio perfecto, emoción de la visión de lo sublime.
Y entonces, pasado un momento me sonreí y recordé la historia de la casa y de cómo la casa llegó hasta mí... 
Atalaya de mis sueños, torre de marfil de mi existencia...

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La casa vino a mí, ¿vino a mí?, por supuesto, no pienso que haya nada en mi vida hacia lo que yo vaya, todo viene a mí por mandato divino, y la casa también, por supuesto.
La visualicé en sueños antes de encontrarla como una especie de santuario, encaramado en lo alto de una ladera, mirando al un valle arbolado, en cuyo fondo discurría un río que regaba huertas de árboles frutales y campos de cereales y girasoles, en la lejanía las montañas señalando en el horizonte el camino al más allá, a la aventura.
Cuando la encontré no pude creerlo, era tal cual la había visto en mi sueño, además la luna llena caía lentamente por el frente de la casa durante toda la noche iluminándola como un sol nocturno.
Caía la luna llena con su redondo y enorme círculo de luz dorada tras el campanario de la iglesia como en un cuadro, como en una puesta en escena que me brindaba la naturaleza elaborada sólo para mí, para su contemplación, y era en las noches de luna llena difícil llegar a acostarme nunca, la luna y el campanario me mantenían embobado en su minuciosa observación como queriendo descifrar un código secreto, un jeroglífico ancestral, algo así como la clave última del universo.
Y luego contemplar las estrellas desde el mirador de la buhardilla, enfrentarme como hombre a la inmensidad del universo, galaxias, planetas, cometas, auroras, infinito, imposible dormir ante tanto espectáculo, la noche sin duda te atrapa en su contemplación desde esa atalaya última del pueblo que es mi casa.
Mi casa, sí, mi casa...
Confín de todos mis sueños, punto último entre el universo y la inmensidad del espacio, encaramada en la montaña, mirando a las estrellas, dejándose acariciar por las nubes.
La hago mía en esas noches de insomne observación, de atenta mirada al más allá, en las que oigo el murmullo del río a lo lejos, el canto de los grillos en el jardín, y el sonido de las arboledas que mece el viento como en una incesante marea.
Y los aromáticos olores que suben desde la vega, la menta que todo lo impregna de un olor balsámico como de farmacia.
La casa, sí, la casa...
Vino a mí y se quedó junto a mí por un tiempo, y ahí estamos los dos, aprendiendo cosas el uno del otro, sin duda, creciendo juntos, elevando nuestros pensamientos hacia la luna llena, las estrellas y la eternidad.

(continuará)

Bienvenidos a la Casa Rural el paseante. Tercera parte.











lunes, 9 de julio de 2012


La película de la semana. Kim de la India. Victor Saville. 1950.

La vi este fin de semana pasado en la casa del pueblo, en la buhardilla tengo un televisor y un video y algunas cintas con mis películas antiguas favoritas.
Ésta es, sin duda, de las que de vez en cuando no puedo dejar de ver, necesito su alimento de buenos sentimientos, espiritualidad y belleza.
En la aridez de este mundo empobrecido y cruel en el que vivimos, una ficción como ésta te reconforta y reconcilia con la vida.
La película está basada en la novela homónima de Rudyard Kipling, tan rica base literaria está además magníficamente trasladada al cine.
La rueda de la vida, el gran juego, la gran carretera de la existencia, la voluntad de Dios, la lealtad, la libertad, los nobles sentimientos, la solidaridad, el amor, la muerte.
Todos esos temas aparecen y reaparecen una y otra vez, como digo la novela de Kipling es un clásico de la literatura, de ese autor bastante incomprendido en vida y premio Nobel.
No podéis dejar de verla, es de esas películas que reconfortan el alma, de esas que ponían en la antigua televisión en blanco y negro las tardes de vacaciones escolares, en Especial Vacaciones, ¿lo recordáis?
De esas películas que nos fueron educando, formando en valores, a todos los de la generación del baby boom de los 60.
Películas del gran cine, de los grandes héroes, las grandes epopeyas, los heroicos sentimientos.
Películas que son ya desde hace mucho tiempo historia del séptimo arte y patrimonio cultural de la humanidad, de esta humanidad que va desapareciendo día a día.
Al terminar de verla me asomé a ver el valle desde el mirador de la buhardilla, lucía el valle esplendoroso iluminado por la luz del atardecer, por la última luz del sol que dorada parecía acariciar tiernamente las copas de los árboles y la iridiscencia color turquesa del cielo.
Por un momento pensé que ese niño, ese hombre santo, y ese vendedor de caballos que protagonizan la película iban a aparecer por el camino del fondo del valle...
Aún los estoy esperando...

Y nada más, que la disfrutéis.

el paseante

Bienvenidos a la Casa Rural el paseante. Segunda Parte.